Descripción

Este es un blog de sentimientos, reflexiones, amor y de vidas pasadas sobre todo, ya que todo lo que escribimos en un momento determinado, se volverá pasado al fin y al cabo. Lo que las musas me susurran con su voz.

jueves, 20 de noviembre de 2014

Relato de Navidad


Relato de Navidad




Buenos días mis queridos bloggeros y twitteros, hoy voy a hablaros de la Navidad, en estas fechas tan señaladas, la nieve se abre paso entre la gente y toca escribir.

Era un día de Diciembre en el que no paraba de nevar. Estábamos en los últimos días de clasey se notaba el estrés, los nervios por las fechas, los nervios por los exámenes, y como siempre, los nervios pre-muérdago.

Acababa de salir de clase feliz, pensando que sería mi último día de colegio y que por fin iba a disfrutar de las bufandas, los guantes, las pelis, las mantas, y todo lo que conllevan las fiestas navideñas. Sin embargo,jamás llegué a pensar cuan confundida estaba.

Iba de camino a la parada del autobús donde por fin cogería el medio que me llevara directamente a mi casa, hasta que vi pasar una moto roja tuneada que me pareció resultar familiar, y lo fue. Era él, el chico por el que estaba colada, Jota. Pasó delante de mí y frenó justo en frente de la parada ya que el semáforo estaba en rojo. Entonces lo vi, y como siempre, una sonrisa asomó en mi rostro. ¿Cómo podría alguien ser tan sumamente sexy? Ya que estaba parado en medio de la carretera, decidí saludarle.

-¡JOTA! -dije para que pudiera oírme entre el ruido de los motores.
-Hola, guapa -dijo él mientras me guiñaba un ojo, con una media sonrisa increíble pintada en su cara.

Esa fue nuestra única conversación en todo el día, porque después, el semáforo se puso en verde y le envistió un coche por detrás, de tal modo que salió volando de su asiento hasta parar delante de otro coche que frenó en seco antes de atropellarlo. Eché a correr como si me fuera la vida en ello, aunque apenas había unos segundos andando desde donde estaba. Me eché sobre él y le di la vuelta, puse mi dedo debajo de su nariz para ver si respiraba, y no lo hacía. Empecé a hiperventilar, me faltaba el aire, empecé a ver puntos negros, y ya no recuerdo nada más. Desperté al día siguiente, y cuando me orienté miré hacia mi derecha, ahí estaba él con una máscara de oxígeno y vendajes por todo el cuerpo. Dios, era cierto, no fue una pesadilla, ocurrió de verdad. Me levanté de la cama, y fui a buscar a una enfermera.

-Disculpe, ¿podría decirme cuál es el diagnóstico del chico que está en la cama de al lado? Soy una amiga suya... y yo... yo quiero estar en su lugar, fue mi culpa, si yo... si yo no lo hubiera saludado, no estaría... ya sabe... -en ese momento me derrumbé dejé mi estado de shock de lado y empecé a llorar sin parar.

-No te preocupes, tranquila. La culpa no es tuya, hasta lo que yo tengo entendido, la culpa fue del coche que lo envistió por detrás y después se dio a la fuga, no te preocupes, todo va a salir bien. -la enfermera me sonrió con dulzura, pero su sonrisa me indicó algo de lo que ella no se dio cuenta, al decir "todo va a salir bien" su sonrisa se desvaneció por un instante, y ahí supe, que nada iba a salir bien.

-Eso no importa... si yo... si yo no hubiera gritado su nombre cuando... cuando estaba conduciendo ahora... estaría bien, y... doctora, ¿está usted rehuyendo mi pregunta? -dije con el ceño fruncido.

-No, el chico se pondrá bien... Pero ahora, no podemos hacer nada por él... Ha entrado en coma, lo siento. -dijo bajando la mirada, como si estuviese avergonzada de haberme dicho esas palabras, como si se avergonzara de haberme mentido hace un segundo.

-¿Y me lo dice así?, ¿es que usted no tiene compasión, doctora? Y otra cosa más, ¿puedo quedarme aquí hasta que despierte? Se lo suplico, ese es mi problema, me ocuparé de cambiarle las gasas, de curarle las heridas, de todo lo que ustedes me manden y como me lo manden. Si no le importa, me gustaría quedarme en la cama contigua. Por cierto, ¿es verdad eso de que los pacientes que están en coma pueden escuchar todo lo que se les dice? -tenía un torrente de preguntas que hacerle, deseaba en lo más hondo de mi ser quedarme y ser de utilidad. No sólo porque fuese mi responsabilidad, sino porque aquel chico me gustaba, y ahora mismo... le debía una vida, la suya.

-No podía decírtelo de otra manera, la vida es así, unas veces te da, y otras te quita. Pero que esté en coma no quiere decir nada, puede evolucionar a mejor, y quizá en unos días despierte. De momento está en la fase uno, así que sí, puede escucharte pero no puede moverse, ni tampoco hablar. En cuanto a lo de la cama puedes quedarte el tiempo que desees, y lo de "ser su enfermera", ya lo iremos hablando. -la enfermera se mostraba implacable, pero yo sabía que me iba a permitir todas mis peticiones, porque sabía que estaba destrozada y necesitaba hacerme cargo.

Jamás pensé que el día que pasáramos juntos sólo hablaría yo, desde otra cama, en un hospital, mirando su cuerpo tendido en la cama, sin poder moverse, y al verlo de nuevo, me derrumbé. Pasé los días allí, le curaba las heridas y le leía las infinitas cartas que le escribía y nunca le llegué a mandar. Le decía todo lo que no podía decirle, le daba ánimos para que despertase, pero no había manera, y yo ya estaba empezando a rendirme. Hasta mi última confesión.

-Mira Jota, ya no sé qué hacer. Este es mi tercer día aquí, viéndote en esa estúpida cama, sin poder hacer nada. Llevo tres días sin comer viendo como te marchitas cada día. Así que, ya que no tengo nada que perder, te voy a decir lo que siempre quise y no pude, espero que me escuches:

Eres el chico más dulce, y más amargo que he conocido. Eres el azúcar de mi café, el café de tus ojos, lo único que hace que me mantenga despierta. Hace tiempo que te quiero decir esto, y que te quiero también. Me gustas, eres lo mejor que me ha pasado, y no quiero que te mueras ni que pases en esta cama el resto de tus días. -comencé a llorar de nuevo- No te mereces estar aquí, porque la culpa es mía, y tú te mereces lo mejor que la vida pueda darte. Si mueres, moriré contigo.

Entonces, noté el contacto de un dedo frío que se posaba sobre mi mano, era el suyo, no me lo podía creer. Rápidamente me sequé las lágrimas y abrí los ojos como platos. Sus largas pestañas empezaban a abanicar el aire del poco espacio que quedaba entre nosotros. Tras un instante los abrió, y desorientado, miró a todas partes. Al verme, sonrió con la más grande de sus sonrisas. Acercó su dedo pulgar hacia mi rostro y me secó las lágrimas de felicidad que descendían por mis mejillas.

-Estás aquí. -me dijo sonriendo.

-Estás vivo. -dije entre sonrisas y lágrimas. Me abalancé sobre él, y le di el mayor de los abrazos, hasta que empezó a proferir gemidos de dolor.

-Ey, ey, cuidado, que me matas. -dijo entre risas.

-Calla, no digas eso, que bastante culpable me siento ya. Jota, lo siento de verdad... si... si yo no te hubiera... si yo... -y puso un dedo en mi boca con la intención de callarme.

-Shh, tranquila. No pasa nada de verdad, la culpa no es tuya. He escuchado todo lo que me decías, ¿sabes? Y tú lo único que has hecho es salvarme de un coma del que no iba a regresar, he oído como me cantabas llorando, he oído tus cartas, tus te quiero, tu llanto... lo he oído todo. Te tengo que estar agradecido en realidad, porque tú me has salvado, y tengo algo más que decirte... -dijo con los ojos brillantes. 

-¿Qué? -dije con los ojos como platos y entre su dedo índice que me tapaba la boca.

-Que yo también te quiero, desde el primer día que te conocí. -entonces, me dio el mejor beso que me han dado en toda mi vida. Un beso en el que desbordé todo lo que llevaba aguantando todos esos días cuidándolo en el hospital.

-Feliz Navidad, preciosa. -dijo Jota.

Sin duda, ese fue el mejor día de mi vida. El día en el que estuve entre un abismo, y la salvación. El día que lo salvé o me salvó, y no le puedo estar más agradecida a la vida. Yo pedí un regalo para estas Navidades, un regalo que ya tengo, y un regalo que me ha devuelto la vida, él.

Por eso, la Navidad no sólo se trata de una fiesta materialista, no se trata de comprar regalos materiales. Hay cosas que el dinero no puede comprar, y sin duda es una fecha mágica y llena de emociones y sentimientos desbordantes. No es mágica por Dios, es mágica porque es una tradición familiar de la mayor parte del mundo, de unas maneras u otras. Es mágica, porque las personas se vuelven humildes y agradecidas. La Navidad es una fecha para dar, no para recibir.