Descripción

Este es un blog de sentimientos, reflexiones, amor y de vidas pasadas sobre todo, ya que todo lo que escribimos en un momento determinado, se volverá pasado al fin y al cabo. Lo que las musas me susurran con su voz.

martes, 6 de diciembre de 2016

Como una partida de ajedrez

   Como una partida de ajedrez



Buenos días, queridos bloggeros y twitteros. Hoy voy a escribir sobre algo que se me ocurrió leyendo un libro llamado "Enemigos perfectos" de Johanna Lindsey. Esta reflexión es el claro ejemplo de que a veces las buenas ideas surgen de la manera más inocente, cotidiana, y espontánea, sin quererlo. Surgen cuando la mente se relaja lo suficiente como para dejar fluir libremente las ideas y divagar. Os voy a dejar un pequeño trozo de lo que me hizo pensar en esto que voy a escribir a continuación, y dice lo siguiente: 

<<Él creía firmemente en el destino. Nunca interfería en él. Podía realizar sugerencias, podía señalar cosas que creía que se habían pasado por alto y ofrecía su ayuda, pero nunca intentaría hacer cambiar de opinión a alguien que ya había tomado una decisión. Esto sería forzar el destino.>>

Bien, imaginemos que el destino es como una partida de ajedrez. Supongamos que hay dos jugadores interpretando el papel de dos personas que van a tomar una decisión o van a intervenir en ella. Pensemos que ellos no mueven ficha, pensemos que lo que llaman "el escriba" del destino, es una mano imparcial que mueve las fichas que le dicen los jugadores. En este caso, las piezas vendrían a ser otras muchas personas que suelen intervenir también en esa decisión porque se tienen en cuenta todos los factores que rodean a los dos jugadores, y continuamente estamos rodeados de miles de personas, y esas personas también condicionan la decisión en cuestión. Nosotros como espectadores, sabemos que cada ficha tiene una función, pero también que tiene una limitación y una ventaja, puesto que el límite se puede aprovechar de manera ventajosa. Bien, entonces queda patente que nosotros tenemos en cuenta las limitaciones y ventajas de cada ficha, y lo aprovechamos en nuestro beneficio. Es decir, como espectadores vemos que cada ficha está donde tiene que estar, o al menos donde los jugadores en cuestión han decidido que tienen que estar, pero siempre teniendo en cuenta el efecto o  función que puedan o no tener estas fichas. 

Digamos por ejemplo, que los peones siempre van a estar para ser sacrificados en pos de proteger a las fichas importantes, como el caballo que tiene un movimiento de L, o el alfil que únicamente se mueve en diagonal, o la torre que su función es atacar al rey del oponente y moverse en línea recta sin poder saltar a otras fichas, o la reina que se mueve en línea recta y en diagonal sin poder saltar a otras fichas tampoco, o como el rey, cuya función es moverse en diagonal, vertical y horizontal.

Me refiero a que el destino cuenta contigo como una ficha de ajedrez, sabe cuáles son tus mejores habilidades, y tus puntos flacos, se te tiene en cuenta en el tablero con tu propia función, tanto con la ventajosa como con la limitación. Cada persona es de una determinada manera, y por supuesto, habrá cosas que hará siempre y cosas que no hará nunca, esto se tiene en cuenta cuando se la "coloca" en un lugar determinado. A su vez, todas las personas tienen una determinada personalidad, tienen una determinada forma de actuar, de comportarse, de hablar, y eso también se tiene en cuenta. Por eso lo estúpido de esta frase, nadie puede interferir en el destino, nadie puede evitar que el tiempo avance, nadie puede frenar algo que está destinado a suceder, aunque se intente. Los cambios, también forman parte del destino, también se tienen en cuenta, no porque una situación te parezca más casual de lo habitual, tiene porqué significar que es una interferencia en el destino que no tenía que pasar. 

Refiriéndome al caso concreto de la frase del libro, diría que no estoy de acuerdo, porque si una persona normalmente no intenta que otra cambie de opinión cuando ya ha decidido, se la colocará en un sitio estratégico donde eso sea algo a favor y no en contra. Es decir, si una persona tiene que mantener una decisión que ha tomado, y es una persona insegura, con tendencia a recular, entonces a lo mejor el destino hace que esta persona que no hace cambiar de opinión a nadie, y esa persona indecisa, se encuentren. Por otra parte, si lo que se desea es lo contrario, es decir, que una persona cambie de opinión y de decisión, porque se considera que no es la acertada, siendo ésta una persona testaruda, que suele mostrarse firme en sus opiniones, entonces a lo mejor debería encontrarse con una persona que habitualmente haga a las personas replantearse sus decisiones. Por eso pienso que es una frase demasiado poco reflexiva como para ser cierta, puesto que es una creencia inocente la de pensar que los errores, las casualidades, y los imprevistos, están fuera de eso que llaman destino, pero no, en una partida de ajedrez se tiene en cuenta cada factor, cada función, cada efecto, cada causa, cada señal, cada pelo, y cada cambio.

Viéndolo desde otra perspectiva, decía un tal Anselmo que "de vez en cuando la reina se deja ganar, sólo para estar un instante en la misma casilla que el alfil", y qué razón tiene esta frase en comparación con la otra. Puesto que las personas somos masoquistas cuando se trata del amor. Pasaríamos el peor de los sufrimientos sólo por tener durante un segundo aquello que nuestro corazón ansía desesperadamente. Pero a veces estaría bien pensar, ¿necesito esto de verdad?, ¿realmente merece la pena?, ¿esta es la respuesta que quería obtener?, ¿era esto lo que deseaba? Y muchas veces, aún sin darnos cuenta, en el fondo sabemos (a pesar de que no lo queramos aceptar), que realmente no lo necesitamos, que no merece la pena nada que nos haga sufrir nunca, que eso no era lo que queríamos pero aprendimos a conformarnos aunque en el fondo pensemos que nos merecemos más, y que lo que esperábamos obtener supera toda expectativa que pudiera siquiera acercarse a lo que realmente pasa al final; y digo final, porque todo está destinado a acabar, bien o mal, pero a acabar. Por eso no hay que interferir en el destino, y por eso si algo no tiene o no puede ser, no hay que forzarlo a ser, porque así nunca conseguiremos que sea, sino que finja ser.

Sed felices.

miércoles, 8 de junio de 2016

Ayer vi una mariposa y sólo le dediqué un segundo

                Ayer vi una mariposa,                                y sólo le dediqué un segundo



Buenas tardes, queridos bloggeros y twitteros, y feliz comienzo de verano. Aquí os dejo una reflexión sobre lo efímero del tiempo, sobre la libertad de la vida, sobre la poca apreciación de los momentos y sobre la importancia que damos a ciertas cosas y no a otras que a mi parecer son mucho más importantes. Espero que os guste, muchísimas gracias a todos los que me leéis por dedicarme un ratito de vuestro tiempo, ya que nunca lo recuperaréis, y por supuesto espero que el tiempo que hayáis invertido en leer lo que escribo esté bien invertido y haya sido útil.

Ayer; y cuando digo ayer, sólo hablo, como es habitual en mí, en pasado; iba paseando por cualquier calle de cualquier ciudad con tanta prisa, que no me di cuenta de la cantidad de cosas que pasaban a mi alrededor. Iba tan absorta, tan preocupada por llegar a tiempo a cualquier parte, a un sitio ajeno a mí del que aún no soy consciente de su existencia, que me olvidé de disfrutar de lo que hay que disfrutar, de la vida, del paisaje, del camino. Pienso en que es importante que llegue a tiempo, cuando quizá sea un lugar sin importancia. El estrés sólo produce una obsesión por el objeto de éste, estamos tan cegados por llegar a tiempo a nuestro destino, que obviamos todo lo demás, quizá... todo lo de más importancia.

Y yo me pregunto, ¿qué es lo que tiene importancia entonces? Esa es la pregunta que todos deberíamos hacernos. Preguntarnos a dónde vamos y porqué, de dónde venimos y qué sentido tiene. Se supone que somos la especie inteligente, ¿no? Y entonces cabe preguntarse también: en ese caso, ¿por qué otorgamos importancia a banalidades que no deberían tenerla?, ¿por qué nos llenamos de preocupaciones sin sentido?, ¿porqué queremos destruirnos con tanta rumiación?, ¿a dónde llegamos tarde?, ¿al resto de nuestras vidas, de nuestro tiempo? 

He llegado a la conclusión, de que nuestra única virtud, nuestro único regalo, y es más, lo único que tenemos y nos pertenece, es el tiempo. Por todos es sabido que es un tópico admitir que el ser humano no sabe apreciar lo que tiene porque es un desagradecido, y es por eso por lo que malgasta el tiempo inútilmente dando cuerda a su mente para que le destruya desde dentro. Por si fuera poco, nos preocupa lo que no debería de preocuparnos, y lo peor, es que le dedicamos menos tiempo a las cosas realmente importantes y más a los asuntos superficiales, banales y absurdos, que puede que nos proporcionen dinero, pero no felicidad. Pero, ¿qué es la vida sin experiencias?, ¿qué es la vida sin emociones? No es nada. Es malgastar el tiempo. Quizá lo que pase es que todavía no somos conscientes de que el tiempo invertido no se puede recuperar, o sí, pero nos dé igual, o como la fatalidad de "una muerte anunciada" y su típica torpeza, hayamos tenido un descuido sin querer.

La cuestión, es que ese día tenía tanta prisa, que mientras iba caminando a paso ligero, vi una mariposa, pero sólo le dediqué un segundo. Parecía bella y libre, como todas las mariposas supongo, pero, ¿serán todas las mariposas iguales? Tal vez sí, o tal vez no, ya jamás lo sabremos, porque un segundo no es tiempo suficiente para poder comparar aquella mariposa con la próxima a la que puede que le dedique más tiempo en un futuro. Ya jamás tendré la oportunidad de saber cómo era aquella mariposa.

Las mariposas vuelan como el viento, o más bien, el tiempo, tan efímero y tan frágil como la vida, pero eficiente y siempre en hora. No sé quien lo dijo, pero lo de que el tiempo no vuelve es verdad. Sólo queda un presente que disfrutar, aunque no se esté conforme con él. En los detalles radica la diferencia, en apreciar las pequeñas cosas se basa la felicidad, de vivir el momento trata la vida.

Es bueno tomar conciencia del tiempo que tenemos, el que hemos perdido y el que nos queda, es bueno incluso darse cuenta de que se ha desaprovechado. Es algo así como asumir y aceptar la realidad, que es el paso esencial para poder cambiarla a mejor. Pero sólo con eso no vale, no nos despoja de nuestro malestar, ni de nuestra culpa. No se nos devuelve lo que perdimos, o en ocasiones, lo que nos robaron. Entonces, ¿qué es lo que se debe hacer?, ¿aprender a vivir con ello?, ¿conformarnos? No, es igual que admitir un error ante la autoridad, no te va a dejar impune, todo seguirá igual. Lo que se debe hacer entonces es disfrutar cada segundo de la vida, sabiendo, que ese tiempo no lo recuperaremos jamás. De nada sirve sentarnos en una silla a esperar a que pase lo que queramos que pase, a esperar a que pase por delante de nosotros algo o alguien a quien queremos ver. Nosotros no ponemos las reglas, no podemos cambiar lo inherente a la vida, no podemos modificar lo que pasa a nuestro alrededor. Lo que sí podemos es cambiar cómo nos afecta todo eso, cambiar la actitud ante la típica reacción, renunciar a las emociones negativas y a la auto compasión, cambiar el modo de tomarnos ciertas cosas. 

Cuando realmente nos haga falta tiempo, vamos a exigir al guardián del tiempo todos los minutos y segundos que desperdiciamos en el pasado, pero no nos lo va a devolver. Vamos a exigir todos los minutos muertos de espera, de no hacer nada, de rayarnos por tonterías. Pero el hecho es que ni el guardián del tiempo podría concedernos nuestro último deseo antes de que la parca venga a buscarnos a en punto, porque nunca se retrasa. Así que supongo que de cara al arrepentimiento, es mejor prevenir, predisponer, prepararte, estar en guardia venga lo que venga. Y después, el paso final es simple, improvisar, exprimir e invertir el tiempo para que nos aporte las vitaminas necesarias para seguir viviendo.

Después, sólo me vino un vago recuerdo de la metamorfosis de una mariposa convertida en paloma de la paz. Recordé que aquella mariposa era blanca, pero sólo pude recordar el concepto de "blanca", porque la imagen de la mariposa que vi, o a la que sólo y únicamente le dediqué un segundo (ya sin porqués ni excusas) ya se ha difuminado en mi borroso recuerdo, como cuando se disipa el humo, o como cuando vuela el tiempo como el aleteo de una mariposa, ahora blanca. Pero de lo que sí estoy segura, es que para compensarle a aquella mariposa el haberme privado a mí misma de su belleza, de ahora en adelante dedicaré más tiempo a observar con detalle la belleza de las demás mariposas para que no se sientan despreciadas por mi sentido de la vista. Pero no demasiado, no vaya a ser que se me vaya el tiempo mirando mariposas.

Obviamente, hay situaciones que sólo te conceden una oportunidad para ser consciente de ellas, y esa oportunidad no se va a presentar nunca más, como en este caso. Pero... puesto que yo, también soy una de ellas, y ya se me han secado las alas después de lo que me pareció una eterna tormenta, ahora puedo unirme a ellas y alzar el vuelo en este maravilloso día soleado. No tengo ni dirección, ni destino, sólo una meta... volar, ser libre, y feliz.

martes, 10 de mayo de 2016

Desesperación

Desesperación



Buenas tardes, queridos bloggeros y twitteros. Ayer estuve reflexionando sobre algo que leí hace aproximadamente una semana de uno de mis escritores favoritos, Paulo Cohelo. El libro que me estoy leyendo se llama "once minutos", y lo recomiendo para todo aquel al que le guste leer, y sobre todo a todas aquellas mujeres que no comprendan partes simples de la vida, como las relaciones, el placer, el sexo, y la unión de todo ello. De antemano gracias a todos los que me leéis habitualmente, gracias a todos los que me leéis desde diferentes partes del mundo, si os hago sentir algún tipo de emoción, yo me doy por satisfecha. Hope you like it.

Una vez, un escritor dijo que hay dos cosas por las que el ser humano podría hacer cualquier cosa, por las que podía cometer cualquier locura, la primera por todos conocida, y a su vez la más obvia, es el amor, y la segunda, inconscientemente conocida por todos, es la desesperación. Bien, ¿qué pasa entonces si mezclamos estos dos densos condimentos dentro de una persona? Que sale un postre venenoso, una bomba alimenticia, una bomba que no va a matar a otros, más que a ti mismo, es decir, un pleno suicidio. Después, supongo que a su vez, estos dos condimentos se unen para crear uno nuevo; el amor obsesivo; o en este contexto; la desesperación.

Quiero pensar que a ninguna mujer le gusta verse arrastrándose para que un tipo cualquiera le preste atención. No sé porqué, pero quiero pensar que no está en nuestra naturaleza femenina el ser así, ni mucho menos perder la dignidad por alguien que ni siquiera se la ha ganado como para tenerla. Quiero pensar que sabemos esperar, y sino, que aprenderemos a ser pacientes. Quiero pensar que toda esta conducta dependiente pueda cambiarse, y aprender a no depender de nada ni nadie. Pero sobre todo quiero pensar que yo misma puedo dejar de comportarme así con quien no me valora. ¿Cuándo aprenderé a quererme a mí más que a otros que lo único que hacen es pisotear mi corazón y obligarme a mirar?, ¿cuándo aprenderé a ser ese bloque de hielo en el que se convierten algunos que ya tienen demasiadas tiritas en el corazón?, ¿cuándo aprenderé a ser yo quien lleve el mando, a ser yo quien decida lo que va a pasar y lo que no?, ¿cuándo aprenderé a llevarme tan bien con mi dignidad que no sepa ni pueda soltarle la mano más?, ¿cuándo aprenderé a rendirme ante una negativa?, ¿cuándo aprenderé a renunciar a lo que quiero, para hacer lo que debo, o lo que sería conveniente para mí?, ¿cuándo aprenderé a no ser masoquista conmigo misma? No lo sé, pero estoy deseando cambiar las manecillas del reloj y escribir "EL TIEMPO ES AHORA" bien grande, y empezar a cambiar todo esto que cada día me perturba más la paz.

Constantemente me repiten lo guapa que soy, resaltan continuamente cada uno de mis atributos físicos, homenajean mis virtudes psíquicas, emocionales y artísticas, pero todo eso se reduce a nada. Ese saco de complejos, ese saco de miedos, ese saco de reprimendas, ese saco de represiones, ese saco de exigencias, ese saco de inseguridades, hace que por no quererme como quiero, no me valore como debo. Todo el mundo me dice: "ey, tú te mereces algo mejor, ese o aquel no están a tu altura." Pero, ¿qué altura? -les digo- porque no me creo por encima de nadie, y además, soy bajita.

Pero, ¿cómo avisar al corazón, para que no se acerque a cabrones con cuchillo que le puedan llegar a atracar y llevarse todo lo que tiene, si él sólo sabe querer sin quererlo? El corazón es inocente, y el amor estúpido. Mi corazón es tan iluso que siempre engrandece un sentimiento que probablemente jamás haya existido, sólo porque ha llegado el final de una relación interpersonal del tipo que sea, y prefiere quedarse con los recuerdos bonitos y esquivar los malos, pero no, no debería ser así. Eh, pero igual que no se puede morir sin vida, tampoco se puede vivir sin muerte. Quiero decir, que las cosas negativas, también tienen que estar presentes, por el hecho de que son necesarias. Es simple, si están haciendo obras en el suelo y un día te caes en el socavón que hay en la acera de debajo de tu casa, y después te tomas un cóctel "olvídame" para tener un buen día y no acordarte de lo sucedido, mañana te volverás a caer. Puede que los errores nos hagan pasar malos ratos o hacernos sentir culpables, pero sin ellos, jamás tendríamos la maravillosa probabilidad de acertar. Igual que sin muerte, no tendríamos la maravillosa oportunidad de vivir.

A veces la mente nos juega malas pasadas, porque creemos lo que queremos creer, porque la vida así, es mucho más sencilla. Podemos engañarnos y distorsionar la realidad, hasta tal punto de que sea como nosotros queramos que sea. Pero como ya se sabe, la verdad siempre acaba saliendo a la luz, el ser humano siempre va a ir en busca de la verdad, incluso aunque se haya puesto una trampa a sí mismo para no encontrarla nunca, para que sea un puzzle imposible de resolver sin esas tres piezas que quemó en la hoguera. Sin embargo, también existe la desesperación por encontrar la verdad, y aunque parezca que no, destapar una mentira, duele mucho más que encontrar una verdad. Pero como se suele decir, nadie pregunta algo si no está preparado para escuchar cualquier tipo de respuesta, igual que nadie busca la verdad si no está preparado para encontrar cualquier tipo de verdad. Constantemente nos engañamos porque pretendemos que el dolor, el sufrimiento, se nos olvide, pero lo malo es que aunque olvidemos, el corazón nunca olvida algo que le ha marcado profundamente. Y es ahí donde está el error, en la mentira, en mentirnos a nosotros mismos en vez de utilizar todo ese empeño en no sufrir, para algo útil y benéfico, como afrontar los problemas.

Pero, ¿qué es el ser humano? Por una parte, es un animal por tener instintos básicos como: el hambre, la sed, el sueño y el sexo. Sin embargo, por otra parte, también es un ser aparentemente "racional", un ser, que cada día demuestra más lo irracional que puede llegar a ser si se lo propone. Con la irracionalidad se pueden controlar casi todas las necesidades básicas y no satisfacer algunas de ellas aparentemente prescindibles. Pero no, el ser humano no razona, o si, porque casi sería mejor no razonar, porque cuando se razona, es cuando vienen los problemas. Cuando se piensa más de lo permitido, cuando se controla algo que no se debería de controlar, porque el organismos lo necesita, es cuando empezamos a perder el pulso que nos echa la vida, por cabezonería. El ser humano se guía por instintos de supervivencia, o al menos, nuestra parte animal. Instintos, que la mente designa con eufemismos cuando los llama "impulsos" y se sobre justifica con cualquier absurda excusa, aunque verídica también sólo aparentemente.

No podemos cerrar los ojos en pos de evitar ser lo que somos, animales básicos que sólo van en pos de aquello que satisfaga sus necesidades. ¿Para qué luchar contra nuestra naturaleza?, ¿para qué luchar contra nuestras necesidades aunque la cabeza te diga que a veces no debes satisfacerlas?, ¿por qué pensar en las consecuencias, si los animales en general, ni siquiera saben que existen las consecuencias?, ¿por qué no dejarnos llevar por la corriente de nuestra especie? Es el ser humano el que no atiende a razones y no el corazón, señores. Porque aunque queramos, no podemos dominar nuestro instinto, el instinto nos domina a nosotros. 

Puedes
luchar contra tu propia naturaleza, 
agarrarte a un clavo ardiendo aunque te abrases la mano, 
sólo por no dejarte llevar cascada abajo.

Puedes,
luchar a contracorriente hasta que no te quede aliento, 
o fuerzas para contrarrestar esa necesidad.

O puedes,
dejarte llevar cascada abajo, 
no agarrarte, 
sin saber qué va a pasar contigo, 
y acelerar la caída. 

Quien sabe, a lo mejor sale bien.

miércoles, 16 de marzo de 2016

Conductas reparadoras

Conductas reparadoras



Buenas tardes, queridos bloggeros y twitteros. Hoy voy a tratar un tema que acabé de estudiar ayer, en concreto, de una asignatura llamada Psicología Social. El tema versa sobre las relaciones interpersonales, en concreto, la atracción y el rechazo. Éste último término aparece al final, y aunque ambos por igual me han hecho reflexionar, me quedo con este último. Digamos que estaba esperando a que llegasen unos amigos con los que había quedado, y como no tenía otra cosa que hacer, decidí hacer mi propia brain storm sobre el rechazo, cogí un boli, un cuaderno, y este es el resultado. Espero que os guste.

A todos nos duele sentirnos rechazados por otra persona, sin embargo, a pocas personas les duele rechazar al otro. No es tanto el dolor que nos puede producir rechazar a otra persona y el "sufrimiento" que le provoca a quien rechaza rechazar, como el dolor del rechazo que siente quien es rechazado. Incluso me atrevería a decir, que rechazar a otra persona, casi hasta nos produce satisfacción. En el sentido egocéntrico de la palabra, nos produce satisfacción, el hecho de pensar o creernos superiores a otros por el hecho de que como no nos merecen, o no están a nuestra altura, tenemos el derecho de rechazarlos.

Por el contrario, a personas como yo, no nos gusta rechazar a nadie, sin embargo, no se puede estar con todo el mundo, aceptar a cualquiera, o quedarnos con el primero que pasa. Es algo que duele hacer, pero que se debe hacer. Digamos que no nos gusta rechazar por aquello de "no hagas lo que no quieres que te hagan a ti". Todos hemos sido rechazados alguna vez en mayor o menor medida, o al menos, todos nos hemos sentido así. Nos consolamos justificándonos diciendo que "no se puede gustar a todo el mundo" porque nadie quiere hacer auto crítica sobre lo que ha hecho mal para que la otra persona lo rechace. Pero en sí, en cierta medida está bien hecho, porque prefiero mil veces la aceptación que la negación y la sobre justificación, es decir, es mejor admitir que no le gustas a una persona y asumirlo con dignidad, que sumirse en un bucle de culpabilidad y lamento, porque no sirven para nada cuando ya está todo hecho, el tiempo no vuelve. Sin embargo, no está de más intentar mejorar, no porque unos u otros te digan lo que no les gusta de ti, o qué cambiarían, sino para evolucionar como persona. Simplemente para que cuando te rechacen no exista ningún resquicio de culpa, por el hecho de que eres como eres y te gusta ser así. Por eso digo que el problema comienza, cuando te dan unas "aparentemente verdaderas" razones por las que te han rechazado, y te sientes mal o culpable, porque eso sólo significa que le das la razón a la persona que te ha rechazado. Tienes que tener en cuenta que una persona conforme con como es, jamás se sentiría culpable, aunque en este caso la prepotencia no tiene que estar presente necesariamente. No es lo mismo amor propio, que prepotencia.

Por otro lado, ¿qué pasa entonces con las personas que se sienten mal por rechazar a otras?, ¿a qué se debe este tipo de culpabilidad?, ¿y por qué esa culpabilidad no es suficiente para que este tipo de personas en cuestión, decidan estar con la persona a la que han rechazado? Supongo que porque ello consiste en un tipo de "CONDUCTA REPARADORA". Poniendo un ejemplo sería algo así como:

A una persona "x" le han rechazado tanto número de veces, por lo que cuando alguien "y" que no le atrae, se siente atraído por esta persona en cuestión (x) repara o reconstruye su autoestima rechazando a esta persona "y" por el que no se siente atraído. No es como si "x" se estuviese vengando de las anteriores experiencias de rechazo, sino que el cúmulo de todas estas situaciones de rechazo, ha hecho que su autoestima disminuya progresivamente, por lo que para restablecerla y situarla en su nivel habitual, esta persona tiene que rechazar a otra, aunque en la mayoría de casos el sujeto no sea consciente de estar haciéndolo. Esto no tiene porqué significar que aunque a "x" le atraiga "y" lo vaya a rechazar de todos modos, no, el rechazo es real, con sus motivos reales, cualesquiera que sean. Pero lo suyo es, que en este caso lo único que cambia es el efecto de la causa, que el hacerlo, indirectamente le hace sentirse puede que mejor consigo mismo.

Lo que quiero decir es que una persona no se puede obligar a estar con otra por motivos absurdos como: no querer morir solo, obtener más dinero por estar con esa persona, o pasear un perchero para ser el líder de una cuadrilla. Como siempre, se valora la situación con costes (en la típica lista sería aquello que ponemos como negativo, es decir, "en contra") y beneficios (en la típica lista sería aquello que ponemos como positivo, es decir, "a favor"). Al igual que es importante sopesar los costes y beneficios que supone establecer una relación con una persona, también lo es ser fiel a los propios principios de uno, ser fiel a los ideales y creencias que uno mismo tiene. Ya no vale eso de tener una relación con alguien por carencias afectivas, como ocurre en la mayoría de los casos. Como dice la frase, "mejor solo, que mal acompañado".

Pero como digo, aunque el atractivo físico influye en que una persona se sienta atraída por otra, es el último de los factores que influyen en la atracción. Yo personalmente, no me considero una persona superficial, pero sí que es cierto que para estar con otra persona es casi necesario un equilibrio entre mens y corpore, ¿verdad? Un equilibrio entre aquellos dos mundos de Platón, porque al final, para besar a una persona, te tiene que atraer físicamente aunque sea medianamente, porque le besas en la cara, concretamente en los labios sí, pero al fin y al cabo están en el rostro. Puede que a veces en una balanza una parte gane a la otra, ya sea la personalidad o el físico. Pero igualmente una extrema descompensación entre una y otra siempre va a acabar en rechazo. Es decir, poniendo otro ejemplo sería algo así como:

En el caso de que a una persona "x" le encante y apasione el físico de una persona "y" pero su personalidad no le guste en absoluto, es más, le horrorice, la balanza se vuelve a descompensar. Digamos que el físico de "y" para esta persona "x" tendría un 10, pero a la personalidad de esta persona "y", la otra, "x" le pondría un "0", y sí, en realidad la media entre los dos, sería un cinco. Pero de una u otra manera, aunque las dos partes quieran intentarlo, siempre van a obtener un fatídico resultado, a no ser que se den cuenta desde el principio de que no va a ir a ninguna parte.

Es tan sumamente difícil encontrar un equilibrio, que casi sería como buscar la perfección, un laberinto sin salida, un misterio que nunca se resolverá. Pero sí serían posibles unos porcentajes, distantes, pero más o menos igualados, un 70 de personalidad y un 50 de físico no estaría mal por otro lado. Pero como digo, esto es difícil de conseguir, siempre vamos a tener objeciones, la clave está en que los beneficios ganen a los costes, porque eso, y sólo eso, hace que una persona se decida a estar con otra.

Sin embargo, ya estoy tan asqueada de esta sociedad, de estas chabacanas etiquetas de hoy en día como "folla-amigos" y demás... Que no sé si algún día podremos valorar costes y beneficios de verdad y con cabeza, porque este mundo se va a la mierda y sólo se me ocurre tirarles papel higiénico a la cabeza. Somos personas, no objetos, la gente de hoy en día escucha la palabra "amor" y sus mudas huelen a podrido, porque todos son unos cobardes. Seguid así, pero creedme, eso no va a conseguir que no muráis solos.

miércoles, 24 de febrero de 2016

Daños y peldaños

Daños y peldaños



Buenas noches, bloggeros y twitteros. Hoy vuelve una parte de mí que creía tener olvidada, hoy retrocedo en el tiempo, y vuelvo a escribir directamente a máquina, como antes. Esta vez, vuelvo a escribir también en mi blog, como lo hacía antaño; por desahogo, por necesidad, por deseo, por apetencia; y espero que disfrutéis leyendo lo que escribo tanto como yo sangro lo suficiente como para que pinte la pluma como debiera. Esta noche, la cosa va de daños y peldaños. El otro día iba en el bus, como siempre, reflexionando sobre mi vida, sobre la vida en general, mirando aquella línea que delimita el horizonte que hace que me dé cuenta de que la Tierra realmente es redonda. Entonces reflexioné sobre metáforas, sobre peldaños, sobre ladrillos, sobre daños que duelen como ladrillos lanzados a gatillo.

Ciertas veces, me veo disponiéndome a preparar una mezcla de cemento a base de usar herramientas como: un tamiz, un cubo de plástico y una paleta. Además de verme preparar componentes como: un mortero, arena y agua para conseguir dicha mezcla. Después me veo buscando una pala de mango corto para esparcir el cemento. Por último, me veo disponiendo los ladrillos en el suelo para pasar a la acción. Pero el problema es que cuando veo que tengo todo listo para empezar a construir mi muro de ladrillos, viene el lobo, y créeme que en esta versión del cuento, sí consigue soplar, y hacer que vuelen, todas mis provisiones. Es en ese momento cuando resignada, me veo levantándome para volver a empezar a preparar las piezas fundamentales para construir mi muro, que posteriormente iría encaminado a convertirse en una casa, un hogar, una morada, un lugar, mi lugar.

Otras tantas, me veo con todos los componentes para construir mi muro, por lo que sólo tengo que empezar a construirlo. Como todo en la vida, se empieza por la base, y se sigue, poco a poco. Por lo que, una vez hecha la mezcla, me veo esparciéndola en aquel suelo en el que se asentará la primera pieza de todo mi rompecabezas. Después de haber extendido el cemento, pongo el primer ladrillo, posteriormente un segundo, más tarde un tercero, y así sucesivamente hasta hacer una hilera de ladrillos dispuestos horizontalmente en frente de mí. Entonces no entiendo nada, porque veo a una anciana acercándose, con demasiado pelo corporal para tener la edad que aparenta, y dudo, pero mi prioridad es seguir construyendo. Dicha anciana, se coloca a mi lado izquierdo, abre la boca, y cuando recién acabo de pestañear, ya no hay base, ya no hay ladrillos, ni herramientas, no hay absolutamente nada de lo que me he trabajado una segunda vez con todos mis esfuerzos, además de tener la derrota anterior a cuestas. Otra vez me resigno, y me veo llenando los pulmones de aire en un suspiro que parece ser eterno, saco fuerzas de donde no tengo, y me replanteo volver a empezar. Me veo decidiéndome a volver a intentarlo, porque es pronto para rendirme, y créeme, necesito ese muro para poder dormir y protegerme.

Muchas otras, me veo con las herramientas, los componentes, la mezcla, e incluso la base. Me veo contenta, porque por fin creo avanzar en mi construcción, porque por fin va tomando forma y convirtiéndose en lo que quiero que se convierta. La pena es, que quizá en lo que quiera que se convierta, no sea realmente en lo que vaya a convertirse. Llámalo expectativa. El caso es que todo me da igual, porque de momento la construcción va perfectamente, de hecho, estoy consiguiendo terminar la primera pared de mi muro, la primera parte, de lo que será mi hogar. Esta vez me veo desconfiando de todo el que pasa, porque algo en mi interior me dice que va a venir alguien a tirar todo mi trabajo por tierra, otra vez. Veo que un hombre se acerca a lo lejos, pero sospechosamente, tiene unos brazos muy velludos, lleva una gorra y no puedo ver su rostro. Me veo decidiendo pasar del tema, porque hoy nadie va a arruinar mi felicidad, no voy a permitírselo, y aunque aparentemente el desconocido intenta decirme algo, yo no lo escucho. Sin embargo, cuando me doy la vuelta para coger un poco más de cemento con mi pala, mientras canto la canción que suena en mis auriculares, me veo agachándome para coger otro ladrillo, y cuando levanto la vista para empezar a construir la segunda pared de mi muro, ya no hay construcción. Miro a mi alrededor pero no hay nada ni nadie, es entonces cuando me veo enfureciéndome y poniéndome a llorar de impotencia, por empezar a comprender que por más que lo intente, seguirán cayendo los ladrillos una y otra vez. Pero viene alguien para ofrecerme un pañuelo, y con un gesto de consuelo, me da pequeños golpes en la espalda, me presta unas palabras de ánimo y se presta a ayudarme a adquirir de nuevo mis herramientas y componentes. Pese a que no me veo con fuerzas, lo intentaré, pese a que llevo a cuestas las dos derrotas anteriores, más esta, tengo tanta ilusión por volver a intentarlo, creyendo firmemente que esta vez será la definitiva, que me limpio las lágrimas y sonrío.

Algunas de ellas, me veo con las herramientas, los componentes, la mezcla, la base, la primera pared, la segunda, la tercera y la cuarta, pero aún me falta construir el techo. Me veo cansada, pero orgullosa a la vez del esfuerzo empleado, y del resultado casi completo, casi perfecto. Esta vez, me he visto trabajando más rápido, mejor, y con más confianza en mí misma, realmente creo que lo puedo conseguir, porque sólo me falta un techo, al fin y al cabo, una pared más, para rozar la línea de meta, para cortar el lazo de inauguración. En cambio, a lo lejos veo un borrón marrón que se aproxima cada vez más a mi posición. Esta vez, no vengo con las manos, ni mucho menos con la mente, vacía, así que venga lo que venga estoy preparada para defenderme. Escondo detrás de mi espalda un ladrillo, por si tengo que usarlo para defenderme a quien exponga mi obra a su acabose. Veo que el ente cada vez está más próximo a mí y es el lobo, comienzo a lanzarle herramientas, parte del cemento, comienzo a gritar, a proferir improperios y a defender mi territorio con uñas y dientes. El lobo se asusta y me exige que pare, se saca la cabeza, y sorprendida, me doy cuenta de que es un hombre disfrazado de lobo, se sienta conmigo e intenta tranquilizarme. Pero cuando me ve indefensa y confiada, aprovecha la oportunidad para cargarse mi construcción, cuando voy a defender mi propiedad, él ya se ha subido a su moto y se está yendo. Ahora sólo me veo con ganas de que me lapiden bajo miles de ladrillos, porque intento construir peldaños y sólo consigo daños.

Esto, sólo es un frustrado intento fallido de una mujer que quería creer en el amor, que creía poder construirse una base y unos cimientos. Pero pasa, que como con todo, siempre hay unas ilusiones iniciales, unas expectativas demasiado altas, unas ganas de volver a intentarlo otra vez, porque tu corazón te grita, te exige, te obliga a no renunciar. Tal vez, porque en el fondo sabes, que no intentarlo precisamente no te va a ayudar a conseguir construir el amor que quieres, o crees merecer. Por aquello de que "aceptamos el amor que creemos merecer". Todos los intentos son fallidos, una se cansa de luchar a contracorriente, no se puede estar eternamente agarrada a una rama, en una cascada que finalmente te arrastrará a la nada. 

El lobo, nunca fue quien dijo ser, las personas mienten para quedar bien, se mienten, para sentirse bien. ¿Cómo encontramos la verdad, si todos sus esfuerzos los emplean en ocultarse, en vez de en darse a conocer?, ¿cómo van a encontrar el amor todas esas personas que lo evitan?, ¿cómo van a tener una relación todos aquellos que tienen miedo a sentir, o más bien, a no poder dejar de sentirlo en un futuro? Todo empieza de la misma manera, todos aparentan lo mismo, todos mienten sobre y por lo mismo, y a ninguno de ellos les funciona, el por qué lo seguirán haciendo, no lo sé. Siempre hay alguno disfrazado de algo que no es, siempre se lleva oculta la piel del lobo bajo un disfraz que no pertenece a quien lo lleva. Sin embargo, adoptar diversas personalidades, no os va a proporcionar una, de nada. 

Estoy cansada de volver a intentar construir, de intentar hacer entender algo que nadie quiere entender, de hacer atender a razones a quienes no tienen razón para entenderlo. Lo más paradógico de esta cuestión, es que por ejemplo se busque la guerra y se evite la paz, se tenga miedo al amor, y atracción por el miedo. No sé si es que no entiendo este mundo, o este mundo no me entiende a mí, pero el caso es que no deja de girar y girar para volver al mismo círculo vicioso de siempre. Empezar y quedarse a medias, empezar a comenzar y no poder, haber comenzado y que se destruya...

Yo sólo sé que en base a mis esfuerzos inútiles por intentar construir aquello que llamo hogar, aquello que llaman amor, han sido todos en vano. Por lo que he decidido seguir mi camino, no sé cuál es, pero iré allá donde me lleven mis pies, a favor del viento, a favor de las corrientes, con pleno libre albedrío. La mujer de la tienda de herramientas, llámala Cupido, debe de estar harta de mi presencia, aunque además se forre a mi costa. No quiero molestar a nadie más, no quiero que nadie más me moleste, sólo pido que no me busquéis si cuando me encontráis, no sabéis que hacer conmigo. Nunca nadie dijo que fuera fácil, y desde luego, yo no soy ni fácil de comprender, ni fácil de tratar, ni fácil de mantener, pero siempre me esfuerzo por facilitar, y nadie se esfuerza por entenderme. Por lo que el día de hoy, no me rindo pero casi, pulso el botón de pause, y ya volveré a revivir cuando la batería de mis fuerzas esté al 100%, porque hoy día, está al cero.