Daños y peldaños
Ciertas veces, me veo disponiéndome a preparar una mezcla de cemento a base de usar herramientas como: un tamiz, un cubo de plástico y una paleta. Además de verme preparar componentes como: un mortero, arena y agua para conseguir dicha mezcla. Después me veo buscando una pala de mango corto para esparcir el cemento. Por último, me veo disponiendo los ladrillos en el suelo para pasar a la acción. Pero el problema es que cuando veo que tengo todo listo para empezar a construir mi muro de ladrillos, viene el lobo, y créeme que en esta versión del cuento, sí consigue soplar, y hacer que vuelen, todas mis provisiones. Es en ese momento cuando resignada, me veo levantándome para volver a empezar a preparar las piezas fundamentales para construir mi muro, que posteriormente iría encaminado a convertirse en una casa, un hogar, una morada, un lugar, mi lugar.
Otras tantas, me veo con todos los componentes para construir mi muro, por lo que sólo tengo que empezar a construirlo. Como todo en la vida, se empieza por la base, y se sigue, poco a poco. Por lo que, una vez hecha la mezcla, me veo esparciéndola en aquel suelo en el que se asentará la primera pieza de todo mi rompecabezas. Después de haber extendido el cemento, pongo el primer ladrillo, posteriormente un segundo, más tarde un tercero, y así sucesivamente hasta hacer una hilera de ladrillos dispuestos horizontalmente en frente de mí. Entonces no entiendo nada, porque veo a una anciana acercándose, con demasiado pelo corporal para tener la edad que aparenta, y dudo, pero mi prioridad es seguir construyendo. Dicha anciana, se coloca a mi lado izquierdo, abre la boca, y cuando recién acabo de pestañear, ya no hay base, ya no hay ladrillos, ni herramientas, no hay absolutamente nada de lo que me he trabajado una segunda vez con todos mis esfuerzos, además de tener la derrota anterior a cuestas. Otra vez me resigno, y me veo llenando los pulmones de aire en un suspiro que parece ser eterno, saco fuerzas de donde no tengo, y me replanteo volver a empezar. Me veo decidiéndome a volver a intentarlo, porque es pronto para rendirme, y créeme, necesito ese muro para poder dormir y protegerme.
Muchas otras, me veo con las herramientas, los componentes, la mezcla, e incluso la base. Me veo contenta, porque por fin creo avanzar en mi construcción, porque por fin va tomando forma y convirtiéndose en lo que quiero que se convierta. La pena es, que quizá en lo que quiera que se convierta, no sea realmente en lo que vaya a convertirse. Llámalo expectativa. El caso es que todo me da igual, porque de momento la construcción va perfectamente, de hecho, estoy consiguiendo terminar la primera pared de mi muro, la primera parte, de lo que será mi hogar. Esta vez me veo desconfiando de todo el que pasa, porque algo en mi interior me dice que va a venir alguien a tirar todo mi trabajo por tierra, otra vez. Veo que un hombre se acerca a lo lejos, pero sospechosamente, tiene unos brazos muy velludos, lleva una gorra y no puedo ver su rostro. Me veo decidiendo pasar del tema, porque hoy nadie va a arruinar mi felicidad, no voy a permitírselo, y aunque aparentemente el desconocido intenta decirme algo, yo no lo escucho. Sin embargo, cuando me doy la vuelta para coger un poco más de cemento con mi pala, mientras canto la canción que suena en mis auriculares, me veo agachándome para coger otro ladrillo, y cuando levanto la vista para empezar a construir la segunda pared de mi muro, ya no hay construcción. Miro a mi alrededor pero no hay nada ni nadie, es entonces cuando me veo enfureciéndome y poniéndome a llorar de impotencia, por empezar a comprender que por más que lo intente, seguirán cayendo los ladrillos una y otra vez. Pero viene alguien para ofrecerme un pañuelo, y con un gesto de consuelo, me da pequeños golpes en la espalda, me presta unas palabras de ánimo y se presta a ayudarme a adquirir de nuevo mis herramientas y componentes. Pese a que no me veo con fuerzas, lo intentaré, pese a que llevo a cuestas las dos derrotas anteriores, más esta, tengo tanta ilusión por volver a intentarlo, creyendo firmemente que esta vez será la definitiva, que me limpio las lágrimas y sonrío.
Algunas de ellas, me veo con las herramientas, los componentes, la mezcla, la base, la primera pared, la segunda, la tercera y la cuarta, pero aún me falta construir el techo. Me veo cansada, pero orgullosa a la vez del esfuerzo empleado, y del resultado casi completo, casi perfecto. Esta vez, me he visto trabajando más rápido, mejor, y con más confianza en mí misma, realmente creo que lo puedo conseguir, porque sólo me falta un techo, al fin y al cabo, una pared más, para rozar la línea de meta, para cortar el lazo de inauguración. En cambio, a lo lejos veo un borrón marrón que se aproxima cada vez más a mi posición. Esta vez, no vengo con las manos, ni mucho menos con la mente, vacía, así que venga lo que venga estoy preparada para defenderme. Escondo detrás de mi espalda un ladrillo, por si tengo que usarlo para defenderme a quien exponga mi obra a su acabose. Veo que el ente cada vez está más próximo a mí y es el lobo, comienzo a lanzarle herramientas, parte del cemento, comienzo a gritar, a proferir improperios y a defender mi territorio con uñas y dientes. El lobo se asusta y me exige que pare, se saca la cabeza, y sorprendida, me doy cuenta de que es un hombre disfrazado de lobo, se sienta conmigo e intenta tranquilizarme. Pero cuando me ve indefensa y confiada, aprovecha la oportunidad para cargarse mi construcción, cuando voy a defender mi propiedad, él ya se ha subido a su moto y se está yendo. Ahora sólo me veo con ganas de que me lapiden bajo miles de ladrillos, porque intento construir peldaños y sólo consigo daños.
Esto, sólo es un frustrado intento fallido de una mujer que quería creer en el amor, que creía poder construirse una base y unos cimientos. Pero pasa, que como con todo, siempre hay unas ilusiones iniciales, unas expectativas demasiado altas, unas ganas de volver a intentarlo otra vez, porque tu corazón te grita, te exige, te obliga a no renunciar. Tal vez, porque en el fondo sabes, que no intentarlo precisamente no te va a ayudar a conseguir construir el amor que quieres, o crees merecer. Por aquello de que "aceptamos el amor que creemos merecer". Todos los intentos son fallidos, una se cansa de luchar a contracorriente, no se puede estar eternamente agarrada a una rama, en una cascada que finalmente te arrastrará a la nada.
El lobo, nunca fue quien dijo ser, las personas mienten para quedar bien, se mienten, para sentirse bien. ¿Cómo encontramos la verdad, si todos sus esfuerzos los emplean en ocultarse, en vez de en darse a conocer?, ¿cómo van a encontrar el amor todas esas personas que lo evitan?, ¿cómo van a tener una relación todos aquellos que tienen miedo a sentir, o más bien, a no poder dejar de sentirlo en un futuro? Todo empieza de la misma manera, todos aparentan lo mismo, todos mienten sobre y por lo mismo, y a ninguno de ellos les funciona, el por qué lo seguirán haciendo, no lo sé. Siempre hay alguno disfrazado de algo que no es, siempre se lleva oculta la piel del lobo bajo un disfraz que no pertenece a quien lo lleva. Sin embargo, adoptar diversas personalidades, no os va a proporcionar una, de nada.
Estoy cansada de volver a intentar construir, de intentar hacer entender algo que nadie quiere entender, de hacer atender a razones a quienes no tienen razón para entenderlo. Lo más paradógico de esta cuestión, es que por ejemplo se busque la guerra y se evite la paz, se tenga miedo al amor, y atracción por el miedo. No sé si es que no entiendo este mundo, o este mundo no me entiende a mí, pero el caso es que no deja de girar y girar para volver al mismo círculo vicioso de siempre. Empezar y quedarse a medias, empezar a comenzar y no poder, haber comenzado y que se destruya...
Yo sólo sé que en base a mis esfuerzos inútiles por intentar construir aquello que llamo hogar, aquello que llaman amor, han sido todos en vano. Por lo que he decidido seguir mi camino, no sé cuál es, pero iré allá donde me lleven mis pies, a favor del viento, a favor de las corrientes, con pleno libre albedrío. La mujer de la tienda de herramientas, llámala Cupido, debe de estar harta de mi presencia, aunque además se forre a mi costa. No quiero molestar a nadie más, no quiero que nadie más me moleste, sólo pido que no me busquéis si cuando me encontráis, no sabéis que hacer conmigo. Nunca nadie dijo que fuera fácil, y desde luego, yo no soy ni fácil de comprender, ni fácil de tratar, ni fácil de mantener, pero siempre me esfuerzo por facilitar, y nadie se esfuerza por entenderme. Por lo que el día de hoy, no me rindo pero casi, pulso el botón de pause, y ya volveré a revivir cuando la batería de mis fuerzas esté al 100%, porque hoy día, está al cero.
Yo sólo sé que en base a mis esfuerzos inútiles por intentar construir aquello que llamo hogar, aquello que llaman amor, han sido todos en vano. Por lo que he decidido seguir mi camino, no sé cuál es, pero iré allá donde me lleven mis pies, a favor del viento, a favor de las corrientes, con pleno libre albedrío. La mujer de la tienda de herramientas, llámala Cupido, debe de estar harta de mi presencia, aunque además se forre a mi costa. No quiero molestar a nadie más, no quiero que nadie más me moleste, sólo pido que no me busquéis si cuando me encontráis, no sabéis que hacer conmigo. Nunca nadie dijo que fuera fácil, y desde luego, yo no soy ni fácil de comprender, ni fácil de tratar, ni fácil de mantener, pero siempre me esfuerzo por facilitar, y nadie se esfuerza por entenderme. Por lo que el día de hoy, no me rindo pero casi, pulso el botón de pause, y ya volveré a revivir cuando la batería de mis fuerzas esté al 100%, porque hoy día, está al cero.