Conductas reparadoras
Buenas tardes, queridos bloggeros y twitteros. Hoy voy a tratar un tema que acabé de estudiar ayer, en concreto, de una asignatura llamada Psicología Social. El tema versa sobre las relaciones interpersonales, en concreto, la atracción y el rechazo. Éste último término aparece al final, y aunque ambos por igual me han hecho reflexionar, me quedo con este último. Digamos que estaba esperando a que llegasen unos amigos con los que había quedado, y como no tenía otra cosa que hacer, decidí hacer mi propia brain storm sobre el rechazo, cogí un boli, un cuaderno, y este es el resultado. Espero que os guste.
A todos nos duele sentirnos rechazados por otra persona, sin embargo, a pocas personas les duele rechazar al otro. No es tanto el dolor que nos puede producir rechazar a otra persona y el "sufrimiento" que le provoca a quien rechaza rechazar, como el dolor del rechazo que siente quien es rechazado. Incluso me atrevería a decir, que rechazar a otra persona, casi hasta nos produce satisfacción. En el sentido egocéntrico de la palabra, nos produce satisfacción, el hecho de pensar o creernos superiores a otros por el hecho de que como no nos merecen, o no están a nuestra altura, tenemos el derecho de rechazarlos.
Por el contrario, a personas como yo, no nos gusta rechazar a nadie, sin embargo, no se puede estar con todo el mundo, aceptar a cualquiera, o quedarnos con el primero que pasa. Es algo que duele hacer, pero que se debe hacer. Digamos que no nos gusta rechazar por aquello de "no hagas lo que no quieres que te hagan a ti". Todos hemos sido rechazados alguna vez en mayor o menor medida, o al menos, todos nos hemos sentido así. Nos consolamos justificándonos diciendo que "no se puede gustar a todo el mundo" porque nadie quiere hacer auto crítica sobre lo que ha hecho mal para que la otra persona lo rechace. Pero en sí, en cierta medida está bien hecho, porque prefiero mil veces la aceptación que la negación y la sobre justificación, es decir, es mejor admitir que no le gustas a una persona y asumirlo con dignidad, que sumirse en un bucle de culpabilidad y lamento, porque no sirven para nada cuando ya está todo hecho, el tiempo no vuelve. Sin embargo, no está de más intentar mejorar, no porque unos u otros te digan lo que no les gusta de ti, o qué cambiarían, sino para evolucionar como persona. Simplemente para que cuando te rechacen no exista ningún resquicio de culpa, por el hecho de que eres como eres y te gusta ser así. Por eso digo que el problema comienza, cuando te dan unas "aparentemente verdaderas" razones por las que te han rechazado, y te sientes mal o culpable, porque eso sólo significa que le das la razón a la persona que te ha rechazado. Tienes que tener en cuenta que una persona conforme con como es, jamás se sentiría culpable, aunque en este caso la prepotencia no tiene que estar presente necesariamente. No es lo mismo amor propio, que prepotencia.
Por otro lado, ¿qué pasa entonces con las personas que se sienten mal por rechazar a otras?, ¿a qué se debe este tipo de culpabilidad?, ¿y por qué esa culpabilidad no es suficiente para que este tipo de personas en cuestión, decidan estar con la persona a la que han rechazado? Supongo que porque ello consiste en un tipo de "CONDUCTA REPARADORA". Poniendo un ejemplo sería algo así como:
A una persona "x" le han rechazado tanto número de veces, por lo que cuando alguien "y" que no le atrae, se siente atraído por esta persona en cuestión (x) repara o reconstruye su autoestima rechazando a esta persona "y" por el que no se siente atraído. No es como si "x" se estuviese vengando de las anteriores experiencias de rechazo, sino que el cúmulo de todas estas situaciones de rechazo, ha hecho que su autoestima disminuya progresivamente, por lo que para restablecerla y situarla en su nivel habitual, esta persona tiene que rechazar a otra, aunque en la mayoría de casos el sujeto no sea consciente de estar haciéndolo. Esto no tiene porqué significar que aunque a "x" le atraiga "y" lo vaya a rechazar de todos modos, no, el rechazo es real, con sus motivos reales, cualesquiera que sean. Pero lo suyo es, que en este caso lo único que cambia es el efecto de la causa, que el hacerlo, indirectamente le hace sentirse puede que mejor consigo mismo.
Lo que quiero decir es que una persona no se puede obligar a estar con otra por motivos absurdos como: no querer morir solo, obtener más dinero por estar con esa persona, o pasear un perchero para ser el líder de una cuadrilla. Como siempre, se valora la situación con costes (en la típica lista sería aquello que ponemos como negativo, es decir, "en contra") y beneficios (en la típica lista sería aquello que ponemos como positivo, es decir, "a favor"). Al igual que es importante sopesar los costes y beneficios que supone establecer una relación con una persona, también lo es ser fiel a los propios principios de uno, ser fiel a los ideales y creencias que uno mismo tiene. Ya no vale eso de tener una relación con alguien por carencias afectivas, como ocurre en la mayoría de los casos. Como dice la frase, "mejor solo, que mal acompañado".
Pero como digo, aunque el atractivo físico influye en que una persona se sienta atraída por otra, es el último de los factores que influyen en la atracción. Yo personalmente, no me considero una persona superficial, pero sí que es cierto que para estar con otra persona es casi necesario un equilibrio entre mens y corpore, ¿verdad? Un equilibrio entre aquellos dos mundos de Platón, porque al final, para besar a una persona, te tiene que atraer físicamente aunque sea medianamente, porque le besas en la cara, concretamente en los labios sí, pero al fin y al cabo están en el rostro. Puede que a veces en una balanza una parte gane a la otra, ya sea la personalidad o el físico. Pero igualmente una extrema descompensación entre una y otra siempre va a acabar en rechazo. Es decir, poniendo otro ejemplo sería algo así como:
En el caso de que a una persona "x" le encante y apasione el físico de una persona "y" pero su personalidad no le guste en absoluto, es más, le horrorice, la balanza se vuelve a descompensar. Digamos que el físico de "y" para esta persona "x" tendría un 10, pero a la personalidad de esta persona "y", la otra, "x" le pondría un "0", y sí, en realidad la media entre los dos, sería un cinco. Pero de una u otra manera, aunque las dos partes quieran intentarlo, siempre van a obtener un fatídico resultado, a no ser que se den cuenta desde el principio de que no va a ir a ninguna parte.
Es tan sumamente difícil encontrar un equilibrio, que casi sería como buscar la perfección, un laberinto sin salida, un misterio que nunca se resolverá. Pero sí serían posibles unos porcentajes, distantes, pero más o menos igualados, un 70 de personalidad y un 50 de físico no estaría mal por otro lado. Pero como digo, esto es difícil de conseguir, siempre vamos a tener objeciones, la clave está en que los beneficios ganen a los costes, porque eso, y sólo eso, hace que una persona se decida a estar con otra.
Sin embargo, ya estoy tan asqueada de esta sociedad, de estas chabacanas etiquetas de hoy en día como "folla-amigos" y demás... Que no sé si algún día podremos valorar costes y beneficios de verdad y con cabeza, porque este mundo se va a la mierda y sólo se me ocurre tirarles papel higiénico a la cabeza. Somos personas, no objetos, la gente de hoy en día escucha la palabra "amor" y sus mudas huelen a podrido, porque todos son unos cobardes. Seguid así, pero creedme, eso no va a conseguir que no muráis solos.
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