Ayer vi una mariposa, y sólo le dediqué un segundo
Buenas tardes, queridos bloggeros y twitteros, y feliz comienzo de verano. Aquí os dejo una reflexión sobre lo efímero del tiempo, sobre la libertad de la vida, sobre la poca apreciación de los momentos y sobre la importancia que damos a ciertas cosas y no a otras que a mi parecer son mucho más importantes. Espero que os guste, muchísimas gracias a todos los que me leéis por dedicarme un ratito de vuestro tiempo, ya que nunca lo recuperaréis, y por supuesto espero que el tiempo que hayáis invertido en leer lo que escribo esté bien invertido y haya sido útil.
Ayer; y cuando digo ayer, sólo hablo, como es habitual en mí, en pasado; iba paseando por cualquier calle de cualquier ciudad con tanta prisa, que no me di cuenta de la cantidad de cosas que pasaban a mi alrededor. Iba tan absorta, tan preocupada por llegar a tiempo a cualquier parte, a un sitio ajeno a mí del que aún no soy consciente de su existencia, que me olvidé de disfrutar de lo que hay que disfrutar, de la vida, del paisaje, del camino. Pienso en que es importante que llegue a tiempo, cuando quizá sea un lugar sin importancia. El estrés sólo produce una obsesión por el objeto de éste, estamos tan cegados por llegar a tiempo a nuestro destino, que obviamos todo lo demás, quizá... todo lo de más importancia.
Y yo me pregunto, ¿qué es lo que tiene importancia entonces? Esa es la pregunta que todos deberíamos hacernos. Preguntarnos a dónde vamos y porqué, de dónde venimos y qué sentido tiene. Se supone que somos la especie inteligente, ¿no? Y entonces cabe preguntarse también: en ese caso, ¿por qué otorgamos importancia a banalidades que no deberían tenerla?, ¿por qué nos llenamos de preocupaciones sin sentido?, ¿porqué queremos destruirnos con tanta rumiación?, ¿a dónde llegamos tarde?, ¿al resto de nuestras vidas, de nuestro tiempo?
He llegado a la conclusión, de que nuestra única virtud, nuestro único regalo, y es más, lo único que tenemos y nos pertenece, es el tiempo. Por todos es sabido que es un tópico admitir que el ser humano no sabe apreciar lo que tiene porque es un desagradecido, y es por eso por lo que malgasta el tiempo inútilmente dando cuerda a su mente para que le destruya desde dentro. Por si fuera poco, nos preocupa lo que no debería de preocuparnos, y lo peor, es que le dedicamos menos tiempo a las cosas realmente importantes y más a los asuntos superficiales, banales y absurdos, que puede que nos proporcionen dinero, pero no felicidad. Pero, ¿qué es la vida sin experiencias?, ¿qué es la vida sin emociones? No es nada. Es malgastar el tiempo. Quizá lo que pase es que todavía no somos conscientes de que el tiempo invertido no se puede recuperar, o sí, pero nos dé igual, o como la fatalidad de "una muerte anunciada" y su típica torpeza, hayamos tenido un descuido sin querer.
La cuestión, es que ese día tenía tanta prisa, que mientras iba caminando a paso ligero, vi una mariposa, pero sólo le dediqué un segundo. Parecía bella y libre, como todas las mariposas supongo, pero, ¿serán todas las mariposas iguales? Tal vez sí, o tal vez no, ya jamás lo sabremos, porque un segundo no es tiempo suficiente para poder comparar aquella mariposa con la próxima a la que puede que le dedique más tiempo en un futuro. Ya jamás tendré la oportunidad de saber cómo era aquella mariposa.
Las mariposas vuelan como el viento, o más bien, el tiempo, tan efímero y tan frágil como la vida, pero eficiente y siempre en hora. No sé quien lo dijo, pero lo de que el tiempo no vuelve es verdad. Sólo queda un presente que disfrutar, aunque no se esté conforme con él. En los detalles radica la diferencia, en apreciar las pequeñas cosas se basa la felicidad, de vivir el momento trata la vida.
Es bueno tomar conciencia del tiempo que tenemos, el que hemos perdido y el que nos queda, es bueno incluso darse cuenta de que se ha desaprovechado. Es algo así como asumir y aceptar la realidad, que es el paso esencial para poder cambiarla a mejor. Pero sólo con eso no vale, no nos despoja de nuestro malestar, ni de nuestra culpa. No se nos devuelve lo que perdimos, o en ocasiones, lo que nos robaron. Entonces, ¿qué es lo que se debe hacer?, ¿aprender a vivir con ello?, ¿conformarnos? No, es igual que admitir un error ante la autoridad, no te va a dejar impune, todo seguirá igual. Lo que se debe hacer entonces es disfrutar cada segundo de la vida, sabiendo, que ese tiempo no lo recuperaremos jamás. De nada sirve sentarnos en una silla a esperar a que pase lo que queramos que pase, a esperar a que pase por delante de nosotros algo o alguien a quien queremos ver. Nosotros no ponemos las reglas, no podemos cambiar lo inherente a la vida, no podemos modificar lo que pasa a nuestro alrededor. Lo que sí podemos es cambiar cómo nos afecta todo eso, cambiar la actitud ante la típica reacción, renunciar a las emociones negativas y a la auto compasión, cambiar el modo de tomarnos ciertas cosas.
Cuando realmente nos haga falta tiempo, vamos a exigir al guardián del tiempo todos los minutos y segundos que desperdiciamos en el pasado, pero no nos lo va a devolver. Vamos a exigir todos los minutos muertos de espera, de no hacer nada, de rayarnos por tonterías. Pero el hecho es que ni el guardián del tiempo podría concedernos nuestro último deseo antes de que la parca venga a buscarnos a en punto, porque nunca se retrasa. Así que supongo que de cara al arrepentimiento, es mejor prevenir, predisponer, prepararte, estar en guardia venga lo que venga. Y después, el paso final es simple, improvisar, exprimir e invertir el tiempo para que nos aporte las vitaminas necesarias para seguir viviendo.
Después, sólo me vino un vago recuerdo de la metamorfosis de una mariposa convertida en paloma de la paz. Recordé que aquella mariposa era blanca, pero sólo pude recordar el concepto de "blanca", porque la imagen de la mariposa que vi, o a la que sólo y únicamente le dediqué un segundo (ya sin porqués ni excusas) ya se ha difuminado en mi borroso recuerdo, como cuando se disipa el humo, o como cuando vuela el tiempo como el aleteo de una mariposa, ahora blanca. Pero de lo que sí estoy segura, es que para compensarle a aquella mariposa el haberme privado a mí misma de su belleza, de ahora en adelante dedicaré más tiempo a observar con detalle la belleza de las demás mariposas para que no se sientan despreciadas por mi sentido de la vista. Pero no demasiado, no vaya a ser que se me vaya el tiempo mirando mariposas.
Obviamente, hay situaciones que sólo te conceden una oportunidad para ser consciente de ellas, y esa oportunidad no se va a presentar nunca más, como en este caso. Pero... puesto que yo, también soy una de ellas, y ya se me han secado las alas después de lo que me pareció una eterna tormenta, ahora puedo unirme a ellas y alzar el vuelo en este maravilloso día soleado. No tengo ni dirección, ni destino, sólo una meta... volar, ser libre, y feliz.
Buenas tardes, queridos bloggeros y twitteros, y feliz comienzo de verano. Aquí os dejo una reflexión sobre lo efímero del tiempo, sobre la libertad de la vida, sobre la poca apreciación de los momentos y sobre la importancia que damos a ciertas cosas y no a otras que a mi parecer son mucho más importantes. Espero que os guste, muchísimas gracias a todos los que me leéis por dedicarme un ratito de vuestro tiempo, ya que nunca lo recuperaréis, y por supuesto espero que el tiempo que hayáis invertido en leer lo que escribo esté bien invertido y haya sido útil.
Ayer; y cuando digo ayer, sólo hablo, como es habitual en mí, en pasado; iba paseando por cualquier calle de cualquier ciudad con tanta prisa, que no me di cuenta de la cantidad de cosas que pasaban a mi alrededor. Iba tan absorta, tan preocupada por llegar a tiempo a cualquier parte, a un sitio ajeno a mí del que aún no soy consciente de su existencia, que me olvidé de disfrutar de lo que hay que disfrutar, de la vida, del paisaje, del camino. Pienso en que es importante que llegue a tiempo, cuando quizá sea un lugar sin importancia. El estrés sólo produce una obsesión por el objeto de éste, estamos tan cegados por llegar a tiempo a nuestro destino, que obviamos todo lo demás, quizá... todo lo de más importancia.
Y yo me pregunto, ¿qué es lo que tiene importancia entonces? Esa es la pregunta que todos deberíamos hacernos. Preguntarnos a dónde vamos y porqué, de dónde venimos y qué sentido tiene. Se supone que somos la especie inteligente, ¿no? Y entonces cabe preguntarse también: en ese caso, ¿por qué otorgamos importancia a banalidades que no deberían tenerla?, ¿por qué nos llenamos de preocupaciones sin sentido?, ¿porqué queremos destruirnos con tanta rumiación?, ¿a dónde llegamos tarde?, ¿al resto de nuestras vidas, de nuestro tiempo?
He llegado a la conclusión, de que nuestra única virtud, nuestro único regalo, y es más, lo único que tenemos y nos pertenece, es el tiempo. Por todos es sabido que es un tópico admitir que el ser humano no sabe apreciar lo que tiene porque es un desagradecido, y es por eso por lo que malgasta el tiempo inútilmente dando cuerda a su mente para que le destruya desde dentro. Por si fuera poco, nos preocupa lo que no debería de preocuparnos, y lo peor, es que le dedicamos menos tiempo a las cosas realmente importantes y más a los asuntos superficiales, banales y absurdos, que puede que nos proporcionen dinero, pero no felicidad. Pero, ¿qué es la vida sin experiencias?, ¿qué es la vida sin emociones? No es nada. Es malgastar el tiempo. Quizá lo que pase es que todavía no somos conscientes de que el tiempo invertido no se puede recuperar, o sí, pero nos dé igual, o como la fatalidad de "una muerte anunciada" y su típica torpeza, hayamos tenido un descuido sin querer.
La cuestión, es que ese día tenía tanta prisa, que mientras iba caminando a paso ligero, vi una mariposa, pero sólo le dediqué un segundo. Parecía bella y libre, como todas las mariposas supongo, pero, ¿serán todas las mariposas iguales? Tal vez sí, o tal vez no, ya jamás lo sabremos, porque un segundo no es tiempo suficiente para poder comparar aquella mariposa con la próxima a la que puede que le dedique más tiempo en un futuro. Ya jamás tendré la oportunidad de saber cómo era aquella mariposa.
Las mariposas vuelan como el viento, o más bien, el tiempo, tan efímero y tan frágil como la vida, pero eficiente y siempre en hora. No sé quien lo dijo, pero lo de que el tiempo no vuelve es verdad. Sólo queda un presente que disfrutar, aunque no se esté conforme con él. En los detalles radica la diferencia, en apreciar las pequeñas cosas se basa la felicidad, de vivir el momento trata la vida.
Es bueno tomar conciencia del tiempo que tenemos, el que hemos perdido y el que nos queda, es bueno incluso darse cuenta de que se ha desaprovechado. Es algo así como asumir y aceptar la realidad, que es el paso esencial para poder cambiarla a mejor. Pero sólo con eso no vale, no nos despoja de nuestro malestar, ni de nuestra culpa. No se nos devuelve lo que perdimos, o en ocasiones, lo que nos robaron. Entonces, ¿qué es lo que se debe hacer?, ¿aprender a vivir con ello?, ¿conformarnos? No, es igual que admitir un error ante la autoridad, no te va a dejar impune, todo seguirá igual. Lo que se debe hacer entonces es disfrutar cada segundo de la vida, sabiendo, que ese tiempo no lo recuperaremos jamás. De nada sirve sentarnos en una silla a esperar a que pase lo que queramos que pase, a esperar a que pase por delante de nosotros algo o alguien a quien queremos ver. Nosotros no ponemos las reglas, no podemos cambiar lo inherente a la vida, no podemos modificar lo que pasa a nuestro alrededor. Lo que sí podemos es cambiar cómo nos afecta todo eso, cambiar la actitud ante la típica reacción, renunciar a las emociones negativas y a la auto compasión, cambiar el modo de tomarnos ciertas cosas.
Cuando realmente nos haga falta tiempo, vamos a exigir al guardián del tiempo todos los minutos y segundos que desperdiciamos en el pasado, pero no nos lo va a devolver. Vamos a exigir todos los minutos muertos de espera, de no hacer nada, de rayarnos por tonterías. Pero el hecho es que ni el guardián del tiempo podría concedernos nuestro último deseo antes de que la parca venga a buscarnos a en punto, porque nunca se retrasa. Así que supongo que de cara al arrepentimiento, es mejor prevenir, predisponer, prepararte, estar en guardia venga lo que venga. Y después, el paso final es simple, improvisar, exprimir e invertir el tiempo para que nos aporte las vitaminas necesarias para seguir viviendo.
Después, sólo me vino un vago recuerdo de la metamorfosis de una mariposa convertida en paloma de la paz. Recordé que aquella mariposa era blanca, pero sólo pude recordar el concepto de "blanca", porque la imagen de la mariposa que vi, o a la que sólo y únicamente le dediqué un segundo (ya sin porqués ni excusas) ya se ha difuminado en mi borroso recuerdo, como cuando se disipa el humo, o como cuando vuela el tiempo como el aleteo de una mariposa, ahora blanca. Pero de lo que sí estoy segura, es que para compensarle a aquella mariposa el haberme privado a mí misma de su belleza, de ahora en adelante dedicaré más tiempo a observar con detalle la belleza de las demás mariposas para que no se sientan despreciadas por mi sentido de la vista. Pero no demasiado, no vaya a ser que se me vaya el tiempo mirando mariposas.
Obviamente, hay situaciones que sólo te conceden una oportunidad para ser consciente de ellas, y esa oportunidad no se va a presentar nunca más, como en este caso. Pero... puesto que yo, también soy una de ellas, y ya se me han secado las alas después de lo que me pareció una eterna tormenta, ahora puedo unirme a ellas y alzar el vuelo en este maravilloso día soleado. No tengo ni dirección, ni destino, sólo una meta... volar, ser libre, y feliz.