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Este es un blog de sentimientos, reflexiones, amor y de vidas pasadas sobre todo, ya que todo lo que escribimos en un momento determinado, se volverá pasado al fin y al cabo. Lo que las musas me susurran con su voz.

martes, 6 de diciembre de 2016

Como una partida de ajedrez

   Como una partida de ajedrez



Buenos días, queridos bloggeros y twitteros. Hoy voy a escribir sobre algo que se me ocurrió leyendo un libro llamado "Enemigos perfectos" de Johanna Lindsey. Esta reflexión es el claro ejemplo de que a veces las buenas ideas surgen de la manera más inocente, cotidiana, y espontánea, sin quererlo. Surgen cuando la mente se relaja lo suficiente como para dejar fluir libremente las ideas y divagar. Os voy a dejar un pequeño trozo de lo que me hizo pensar en esto que voy a escribir a continuación, y dice lo siguiente: 

<<Él creía firmemente en el destino. Nunca interfería en él. Podía realizar sugerencias, podía señalar cosas que creía que se habían pasado por alto y ofrecía su ayuda, pero nunca intentaría hacer cambiar de opinión a alguien que ya había tomado una decisión. Esto sería forzar el destino.>>

Bien, imaginemos que el destino es como una partida de ajedrez. Supongamos que hay dos jugadores interpretando el papel de dos personas que van a tomar una decisión o van a intervenir en ella. Pensemos que ellos no mueven ficha, pensemos que lo que llaman "el escriba" del destino, es una mano imparcial que mueve las fichas que le dicen los jugadores. En este caso, las piezas vendrían a ser otras muchas personas que suelen intervenir también en esa decisión porque se tienen en cuenta todos los factores que rodean a los dos jugadores, y continuamente estamos rodeados de miles de personas, y esas personas también condicionan la decisión en cuestión. Nosotros como espectadores, sabemos que cada ficha tiene una función, pero también que tiene una limitación y una ventaja, puesto que el límite se puede aprovechar de manera ventajosa. Bien, entonces queda patente que nosotros tenemos en cuenta las limitaciones y ventajas de cada ficha, y lo aprovechamos en nuestro beneficio. Es decir, como espectadores vemos que cada ficha está donde tiene que estar, o al menos donde los jugadores en cuestión han decidido que tienen que estar, pero siempre teniendo en cuenta el efecto o  función que puedan o no tener estas fichas. 

Digamos por ejemplo, que los peones siempre van a estar para ser sacrificados en pos de proteger a las fichas importantes, como el caballo que tiene un movimiento de L, o el alfil que únicamente se mueve en diagonal, o la torre que su función es atacar al rey del oponente y moverse en línea recta sin poder saltar a otras fichas, o la reina que se mueve en línea recta y en diagonal sin poder saltar a otras fichas tampoco, o como el rey, cuya función es moverse en diagonal, vertical y horizontal.

Me refiero a que el destino cuenta contigo como una ficha de ajedrez, sabe cuáles son tus mejores habilidades, y tus puntos flacos, se te tiene en cuenta en el tablero con tu propia función, tanto con la ventajosa como con la limitación. Cada persona es de una determinada manera, y por supuesto, habrá cosas que hará siempre y cosas que no hará nunca, esto se tiene en cuenta cuando se la "coloca" en un lugar determinado. A su vez, todas las personas tienen una determinada personalidad, tienen una determinada forma de actuar, de comportarse, de hablar, y eso también se tiene en cuenta. Por eso lo estúpido de esta frase, nadie puede interferir en el destino, nadie puede evitar que el tiempo avance, nadie puede frenar algo que está destinado a suceder, aunque se intente. Los cambios, también forman parte del destino, también se tienen en cuenta, no porque una situación te parezca más casual de lo habitual, tiene porqué significar que es una interferencia en el destino que no tenía que pasar. 

Refiriéndome al caso concreto de la frase del libro, diría que no estoy de acuerdo, porque si una persona normalmente no intenta que otra cambie de opinión cuando ya ha decidido, se la colocará en un sitio estratégico donde eso sea algo a favor y no en contra. Es decir, si una persona tiene que mantener una decisión que ha tomado, y es una persona insegura, con tendencia a recular, entonces a lo mejor el destino hace que esta persona que no hace cambiar de opinión a nadie, y esa persona indecisa, se encuentren. Por otra parte, si lo que se desea es lo contrario, es decir, que una persona cambie de opinión y de decisión, porque se considera que no es la acertada, siendo ésta una persona testaruda, que suele mostrarse firme en sus opiniones, entonces a lo mejor debería encontrarse con una persona que habitualmente haga a las personas replantearse sus decisiones. Por eso pienso que es una frase demasiado poco reflexiva como para ser cierta, puesto que es una creencia inocente la de pensar que los errores, las casualidades, y los imprevistos, están fuera de eso que llaman destino, pero no, en una partida de ajedrez se tiene en cuenta cada factor, cada función, cada efecto, cada causa, cada señal, cada pelo, y cada cambio.

Viéndolo desde otra perspectiva, decía un tal Anselmo que "de vez en cuando la reina se deja ganar, sólo para estar un instante en la misma casilla que el alfil", y qué razón tiene esta frase en comparación con la otra. Puesto que las personas somos masoquistas cuando se trata del amor. Pasaríamos el peor de los sufrimientos sólo por tener durante un segundo aquello que nuestro corazón ansía desesperadamente. Pero a veces estaría bien pensar, ¿necesito esto de verdad?, ¿realmente merece la pena?, ¿esta es la respuesta que quería obtener?, ¿era esto lo que deseaba? Y muchas veces, aún sin darnos cuenta, en el fondo sabemos (a pesar de que no lo queramos aceptar), que realmente no lo necesitamos, que no merece la pena nada que nos haga sufrir nunca, que eso no era lo que queríamos pero aprendimos a conformarnos aunque en el fondo pensemos que nos merecemos más, y que lo que esperábamos obtener supera toda expectativa que pudiera siquiera acercarse a lo que realmente pasa al final; y digo final, porque todo está destinado a acabar, bien o mal, pero a acabar. Por eso no hay que interferir en el destino, y por eso si algo no tiene o no puede ser, no hay que forzarlo a ser, porque así nunca conseguiremos que sea, sino que finja ser.

Sed felices.