Corazón dividido
Buenos días queridos bloggeros y twitteros. Aquí va otra de las entradas que tenía escritas desde hace tiempo, espero que la disfrutéis y que me sigáis leyendo.
Hace tiempo que tengo el corazón agujereado, tengo un agujero por cada discusión, por cada decepción, por cada batalla perdida. Ya no sé si hay más espacios vacíos en él, que propio corazón. Ya no sé si soy capaz de regenerarme como hice en ocasiones anteriores. Ya he perdido mucha sangre por el dolor, mucha agua por cada lágrima, y he gastado la mayor parte de la poca esperanza que me quedaba en aquel saquito que guardaba bajo llave. Ya no me queda escudo, no me queda coraza, se lo cargaron porque constantemente me ametrallan, creo que su intención es destruirme. En parte, no quiero permitir que me venzan, pero realmente no me quedan ganas de luchar, porque aunque me vengue siempre acabo perdiendo yo.
Hay algunos que piensan que son ganadores natos, pero ya estoy yo para bajarles del cielo como me bajaron a mí, nunca a las buenas, no saben lo que es "ir a buenas", y quizá yo haya dejado de saberlo también. No quiero ser buena, estoy harta de serlo, porque los buenos son los que comen suela, los que han de ponerse de rodillas ante sus superiores. Y no, prefiero ver el fin de pié que vivir de rodillas. No estoy segura de creer en la bondad de la gente, juro que quiero salir de esta perspectiva oscura de la vida. Pero realmente me ha llevado a esta visión el lobo que es el hombre. Hay gente que no entiende de bondad.
Pero al fin y al cabo, mi corazón ha muerto muchas veces, ahora me queda la mitad. La otra no está, es nada, es aire, es dolor. Es esencia, pero no es tangible. La otra mitad, sin embargo, sobrevive, pero le cuesta latir. También está corroída por el paso de los problemas por su estancia. Hasta que un día, como le pasó a la otra mitad,se esfume como el agua en estado vaporoso, hasta que no quede espacio que agujerear.
Hasta el día en el que llegue la muerte de mi alma, seguirá escribiendo por mí el dolor, en un intento de subsanar mis heridas.
Cuando ya no quede nada, sólo seré un cuerpo más muerto en vida, que ni siente ni padece y va con la cabeza gacha de acera en acera, siguiendo el camino indicado.
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