Descripción

Este es un blog de sentimientos, reflexiones, amor y de vidas pasadas sobre todo, ya que todo lo que escribimos en un momento determinado, se volverá pasado al fin y al cabo. Lo que las musas me susurran con su voz.

miércoles, 27 de octubre de 2021

Relaciones y crecimiento personal

 Relaciones y crecimiento personal








Buenas noches queridos bloggeros y twitteros. El texto de hoy viene inspirado por una pregunta que me hicieron en la red social de Ask. Que para quien no la conozca, es una red social para hacer preguntas a otros y contestar las que te hacen a ti. Pues bien, esta es la pregunta que me ha hecho reflexionar y lo que yo he respondido:

"¿Tú crees que se te puede conquistar?"

A lo que yo he respondido:

"Pues quizá sí, quizá no. Pero en el caso de que se pudiera, habría que poner mucho empeño, y hay mucha gente que no está dispuesta a ello. Pero como he dicho con anterioridad, estoy en una época en la que estoy intentando reconciliarme conmigo misma: quiero aprender a amarme, cambiar cosas de mi misma que no me gustan, ganar independencia... Y ahora mismo, si tuviera una relación con alguien, no estaría siendo justa con el otro. Porque hay cosas que yo ahora mismo no puedo darle. Y en el caso de que aún y todo intentara tenerla, tendría que ser una relación generosa, con alguien que me diese tiempo para mis cosas. Con alguien que me quiera conocer a fondo. Que quiera saber cómo soy como persona. Porque yo no soy un trozo de carne. Yo soy una persona con sentimientos y quiero y busco un trato humano que no recibo. ¿Sabes lo que pasa? Que no estoy dispuesta a doblegarme ante nada ni nadie. Y mucho menos ante una sociedad o forma de vida que no me representa ni tiene que ver conmigo. Con lo cual, como la gente quiere cosas inmediatas, para tener eso, a mí no me interesa, ni me compensa, tener nada. Yo soy una persona muy radical, de esas de todo o nada. Yo quiero el pack completo. Quiero una cena romántica, pero también quiero que se interesen en conocerme. Quiero que me respeten. Quiero que sean tolerantes. Que seamos personas y que nos conozcamos como personas. Y sobre todo, tener tiempo para dedicármelo a mí, a mis objetivos, a mis planes de futuro, a mis cosas. Y por desgracia, la gente que he conocido, no está dispuesta a darme lo que le pido. Pero el problema es que no me da la gana de conformarme, porque yo no estoy hecha para ese tipo de cosas, no me interesa. Esa es la verdad. Mejor sola que mal acompañada. Que lo entienda quien quiera, a buen entendedor pocas palabras bastan."

Ahora voy a desarrollar mi respuesta por puntos. El primero va a versar sobre las relaciones en general, y el segundo sobre el crecimiento humano y personal:

1) RELACIONES:

¿Por qué no se normaliza el no tener relaciones sexuales o románticas? Y esta pregunta trae tras de sí muchas otras del tipo: ¿Está mal estar soltera? ¿Está mal no querer relaciones sexuales esporádicas con otras personas? ¿Debería conformarme con cualquiera para no estar sola? Debería ser perfectamente normal que una persona decida estar sola. Sus motivos tendrá. Tener relaciones románticas o practicar sexo no son necesidades básicas para vivir. Es algo totalmente prescindible. Pero mucha gente piensa que lo necesita, que no puede vivir sin ello, pero sí que se puede. Y quizá sea más beneficioso que tener ese tipo de relaciones. Quiero decir, estoy en todo mi derecho de no tener cualquier cosa con cualquiera. A no estar dispuesta a todo por el todo. Y mucho menos por miedo a la soledad. Y tampoco voy a estar con alguien por presión social. Ni mucho menos porque es lo que se espera de mí. Soy yo quien conduce el tren de mi vida, y nadie va a decirme que es lo que puedo o no hacer con mi vida ni cómo tengo que vivirla.

Lo que no voy a hacer es hacer lo que hace todo el mundo por obligación, por seguir la moda actual, por no salirme de lo que pinta hacer en esta sociedad de hoy en día. Si yo no estoy de acuerdo con una idea, no voy a actuar de acuerdo a esa idea, como es lógico. Yo no creo en las relaciones esporádicas, eso es algo que no va conmigo. Lo que no quiere decir que los demás tengan que estar de acuerdo conmigo. Ni tampoco quiere decir que que yo crea que algo no exista para mí y en mi mundo, no implica que no exista para otro en el mundo de otro. Lo que pasa es que yo no lo concibo, ni en mi mente, ni para mi vida. De todos modos, la gente es libre de hacer con su vida y con su cuerpo lo que quieran. Siempre y cuando respeten la ley de "donde empieza mi libertad, acaba la tuya", claro. El caso es que yo me considero humana, y como humana que soy, quiero relaciones humanas con humanos. ¿A qué me refiero con esto? A que no me gusta empezar a hablar con alguien y que me haga apalabrar algo sin conocerle de nada. Que en este caso, casi siempre se trata de sexo. Y resulta, que si por lo que sea no quieres quedar bajo esas condiciones, entonces no se produce ningún encuentro. Más que nada porque la otra persona no quiere o no le interesa tenerlo. Para mí, eso es casi animal. ¿Cómo quieres que te prometa tener sexo si no te conozco de nada? Además. imagínate que lo conoces por redes y ni siquiera le has visto en persona, y encima te hace prometer que en ese encuentro vas a tener sexo con él si o si. ¿Estamos locos o qué? Si es que yo creo que no pido tanto. Pido quedar, hablar, tomar un café, o una cerveza, que nos conozcamos, que se establezca una confianza, lo normal. Y por desgracia, la confianza no se establece en un día ni dos. La confianza se gana con el tiempo: quedando, conociendo, preguntando, interesándote por el otro... Y si tantas ganas tiene la persona de satisfacer sus necesidades biológicas básicas de sexo, hoy en día hay muchos métodos para hacerlo. Tanto para hombres como para mujeres. Y así nos ahorramos herir sentimientos y usar a las personas. Que yo no soy una muñeca hinchable. Además, que el sexo con confianza, e incluso me atrevería a decir que con amor, es mucho mejor. Que no hemos nacido para usarnos los unos a los otros por once minutos de placer, joder.

Del "Dios ha muerto" de Nietzsche, viene "El romanticismo ha muerto" de Cristina. Pero lo habéis matado vosotros, la suciedad de hoy en día. ¿Que cómo? No valorando actos que deberían estar ligados al amor. ¿Dónde han quedado las cenas románticas? ¿Dónde los pétalos de rosa encima de la cama? Si es que eso no cuesta dinero y nos hace quedar bien, joder. ¿A quién no le gusta recibir un buen regalo? ¿Y sabes lo mejor? Que hay algunos regalos que no los compra el dinero, los compra la intención. No sé qué nos cuesta. Y tampoco comprendo qué es lo que tenemos que perder haciéndolo, si las cosas bien hechas son mejores.

Apostemos de una vez por todas por un "lo que surja" sano. Que no cuesta tanto prestar atención a una persona en una conversación humana sobre cosas humanas y mundanas. Que todos tenemos una vida, una opinión y consejos que son gratis. Quizá te venga bien hablar sobre tu vida, contar tus cosas para que los demás te comprendan y/o sepan cómo eres y por qué eres así. ¿Quién te dice que esa persona a la que acabas de conocer no te puede dar el mejor consejo de tu vida? ¿Qué es lo peor que te puede pasar? ¿Que te den una lección de vida contándote una historia dura que no te esperabas escuchar? ¿Que acabes filosofando sobre la felicidad con una desconocida? Que heridas tenemos todos, y muchos no usamos a las personas para no reparar en ellas y hacer como si no existieran. Cúrratelo un poco, ¿no? Gánate un puesto en mi vida. Haz que la cita se llame cita y que la recuerde como un día memorable, ¿no? Dame algo para contarles a mis amigas mañana y poderles dar envidia. Y que el día en el que lo hagamos, que suenen los jodidos fuegos artificiales.

Sólo te digo una cosa más: "Tan importante es el tiempo que nadie lo regala". Y no te compensa que el día en el que te mueras no recuerdes a ni una sola chica que haya sido especial en tu vida y te haya hecho vibrar con una simple mirada. Porque dudo que guardes espacio en tu memoria para los polvos sin sentido que echaste en tu época en la discoteca de moda del momento. ¿Y sabes qué nombre le pondrás a eso? Vacío. Porque no te has permitido el lujo de vivir con lo que ello implica, como por ejemplo enamorarte. Y en mi caso, ¿sabes cuál es mi problema? Que quiero lo que creo que me merezco. Y en ocasiones, por no decir casi siempre, creemos que nos merecemos más de lo que realmente merecemos. Y yo creo, como todas las personas que creen en el amor, sean como sean, que me merezco que me amen bonito y para siempre. Y estoy empezando a creer que eso no existe porque nunca me llega. Pero claro, al igual que los que han elegido apartar al amor de su vida, tengo miedo a sufrir. Porque quiero enamorarme bajo mis propias condiciones y no hay amor a la carta. Además, como ya sabemos, todo en la vida, no se puede. Y si no se puede, yo no quiero nada, porque siento que no me hace justicia y que me merezco algo más. No por guapa y ni por lista, sino por persona.

Porque no, yo no soy de esas personas a las que les gustan las relaciones toxicas. Y, ¿por qué no decirlo? No me gustaría estar en una y no verlo o no poder salir de ella. Porque desafortunadamente veo relaciones de ese tipo a menudo y no quiero eso para mí, como no lo querría nadie para un ser querido, y yo quiero quererme. Porque para tener eso, mejor estar SOLA. Y que nadie se atreva a juzgarme por ello. Porque para tener una relación de mierda estoy mejor SOLA. Porque SOLA me quiero mejor. Porque los tóxicos no saben quererme como yo tengo que quererme SOLA.

2) CRECIMIENTO PERSONAL:

¿Sabes qué pasa? Que yo ahora miso estoy a otras cosas. Estoy mirando por mí, por lo que quiero cambiar de mí, de mi vida. Por mis objetivos, mis metas... Estoy mirando hacia el crecimiento personal. Y ahora mismo tener una relación, para mí es totalmente secundario. Porque primero estoy yo y luego estoy yo. ¿No nos lo han dicho siempre? "Para que te quieran los demás, primero te tienes que querer a ti misma". ¿Y cuál es el problema? Que yo ahora mismo, no me quiero. Y por eso quiero cambiar. Tanto mi mente, como mi cuerpo. Vaya, parece que me he tomado la frase demasiado en serio. Con lo que ahora mismo no puedo dejarme querer al nivel que me merezco que me quieran. Tampoco nadie se interesa lo suficiente como para ayudar, esperar, conocer o aceptar cada defecto que tengo y que no quiero mostrar pero se ve. Y si ellos no ponen empeño y no muestran interés por mí, yo tampoco muestro ningún interés por ellos. Porque no se lo merecen. Porque ellos piensan que no me lo merezco, y yo sí que me lo merezco.

Creo que ahora mismo los chicos que intentan ligar conmigo pueden incluso llegar a producirme rechazo. Porque yo aún no estoy preparada para tener nada con nadie, porque esa relación de amor y respeto es la que quiero tener conmigo misma. Ahora mismo necesito tener una buena relación de calidad conmigo y aprender a quererme. Y claro que me pueden ayudar con esto, pero a veces pienso que es un camino que tengo que emprender sola y todo el mundo me estorba y me distrae a la hora de cumplir ese objetivo.

También tengo muchos miedos, he de reconocerlo. Miedo al rechazo. Miedo al abandono. Miedo a no gustar. Miedo a no ser suficiente. Miedo a la desnudez. Miedo a sufrir. Miedo la toxicidad. Miedo a romperme. Miedo a no saber salir de una relación que no me conviene. Miedo a quedar... Mucha es la gente que juzga sin saber, y lo peor es que juzga sin preguntar. Es muy fácil emitir juicios de valor sin pararse a empatizar con la persona a la que juzgamos. Soy consciente de que tengo que salir del cascarón, mudar de piel, volar, fluir... Pero no es tan fácil como parece. Por eso trata de comprender mi negativa, comprende mi "no", Porque estoy rota, estoy jodida, y si te intereso de verdad te vas a tener que meter en arenas movedizas, te advierto. Y si no estás dispuesto a mancharte, a pringarte bien, nadie te juzgará porque decidas marcharte, lo comprenderé perfectamente. Puede que yo también lo hubiera hecho en tu lugar. Ya te dije al principio que no soy de medias tintas.

¿Sabes lo que pasa? Que nosotros nos vemos peor a nosotros mismos de lo que nos ven los demás. Pero aunque esta frase sea cierta, no me sirve, no es suficiente que el otro me vea bien. Porque me tengo que ver bien yo, y eso hay mucha gente que no lo comprende. Y eso es al final la base de todo. Ahora mismo quiero ser feliz, y en ese camino tengo que encontrar la manera de aceptarme, y no con la aceptación del otro, sino con la mía propia. Ahora mismo tengo otras prioridades en mente. Permíteme que no quiera tener una relación, que no quiera tener un follamigo, que te diga que "no" o que no quiera ligar con nadie. Creo que hay cosas más importantes en esta vida que procrear o satisfacer instintos animales. 

Ahora mismo estoy sentada en un avión conmigo misma con rumbo a mi felicidad con alguna que otra escala para pensar en mí entre vuelo y vuelo. Estoy en un viaje para conocerme más y mejor. Para visitar los lugares más bonitos de mi memoria. Para ir a casa por Navidad con mis familiares. Para ir a visitar a los amigos que tengo lejos. Para llevarme lo justo en mi equipaje y dejarme los miedos en casa, por si acaso. Para reconciliarme con los fantasmas de mi pasado. Para ordenar y limpiar la habitación de mi mente hasta que sea habitable. Y para pegarme la fiesta de mi vida hasta el último día de viaje. Porque me lo merezco. Porque este es mi momento.

miércoles, 1 de septiembre de 2021

Gordofobia interiorizada

 GORDOFOBIA INTERIORIZADA





Buenas noches queridos bloggeros y twitteros. Hoy os voy a hablar sobre la gordofobia interiorizada. Que consiste en tener pensamientos gordofóbicos inconscientes o adquiridos a través de nuestra sociedad y nuestra cultura. Espero que lo disfrutéis y que me pongáis en comentarios qué os ha parecido.

Escuchando y viendo a alguna que otra instauradora del "body positive", me he dado cuenta de que tenemos la gordofobia muy interiorizada. Más incluso que el machismo. ¿Qué quiere decir esto? Que hemos crecido en una sociedad machista, pese a que no sea tan machista como antes. Lo que hace que a veces tengamos comentarios machistas, muchas veces sin darnos cuenta o pretenderlo. Si hablamos de las personas que están en contra del machismo, claro. Pues pasa lo mismo con la gordofobia. De manera que nos hemos criado en una sociedad gordofóbica, pero menos que antes. Aunque haya más gordofóbicos que machistas, porque el movimiento "body positive" es mucho más reciente que el movimiento feminista. Es decir, se le ha puesto remedio a la gordofobia más tarde que al machismo.

Se supone que este movimiento me favorece, pero incluso yo tengo la gordofobia interiorizada. Casi como algunas personas a favor del feminismo. Aunque yo por lo menos me reprendo e identifico los pensamientos o comentarios que están mal, que son gordofóbicos. Porque es un proceso interno que tiene que hacer cada uno. Un proceso necesario que tendría que trabajar todo el mundo. Porque la gordofobia es un tipo de discriminación como muchos otros. Y todos tenemos que aprender a pensar de forma distinta y abrir la mente. Y aceptar a todo tipo de personas sea cual sea su aspecto.

Bajo mi experiencia personal, me han pasado varias cosas y he tenido que aguantar más comentarios gordofóbicos de los necesarios. Como cuando empiezas una dieta y la gente que te conoce te aplaude con más ímpetu del necesario por haber empezado, "¡por fin!". Y entonces todo el mundo se cree con derecho de decirte que te estás metiendo muchas calorías al cuerpo, como para avisarte de que estás haciendo algo que está muy mal y que puede ser muy perjudicial para ti. Como si estuvieses comiendo Covid a manos llenas. Y llegan incluso a reprenderte por comer algo que se sale de tu dieta como si estuvieses cometiendo un crimen contra la humanidad. O a decirte el ejercicio que vas a tener que hacer para quemar lo que te acabas de meter en la boca. Parece que quieren que te sientas mal por comer; según la sociedad, la gente que te conoce y tu dietista (que en realidad es el único que tiene derecho a decirte nada); lo que no debes.

Y luego llega el momento ese en el que todo el mundo se pone de acuerdo para ir andando contigo a todos los sitios con la excusa de que te están ayudando a adelgazar. Joder, si parece que tienen más ganas ellos de que adelgaces que tú misma. Es como si todos esperasen regalarte una talla "S" por Navidad, por tu cumpleaños o simplemente de gratis. Porque piensan, que es el regalo perfecto, el regalo que siempre has querido y el que más ilusión te va a hacer, pero sobre todo el regalo que más necesitas.

Lo peor es que no se dan cuenta del daño que hacen al prohibir que la otra persona coma lo que no debe. Joder, que es su cuerpo, no el tuyo. Que no tienes derecho a juzgar nada. Y lo peor de todo es que así es como empiezan los TCA (Trastornos de la Conducta Alimenticia). Entiendo que una persona se haya puesto a dieta y también que tenga un compromiso consigo misma. Repito, consigo misma. Pero tampoco se puede pretender que una persona vaya a cenar con su círculo y que pida brócoli. Que cada uno somos dueños y señores de nuestro cuerpo y nadie tiene derecho a decidir por nosotros. Que no se le puede hacer sentir mal alguien por comerse unas patatas fritas. Que tú no sabes por lo que ha pasado esa persona y cuántas dietas ha tenido que hacer a lo largo de su vida. Que tú no eres nadie para prohibir ni para reprender a nadie por lo que come o deja de comer. Que tú tendrías que aceptar a la persona como es, no como quieres que sea. Que en todo caso lo que hay que hacer es apoyar más y callar más también. Que cada uno sabe lo que se hace. Que no me vale que me tires frases de mierda y luego añadas: "te lo digo por tu bien". Que hay que tener mucho cuidado con lo que se dice y con cómo se dice. Y que no tendríamos por qué decir frases del tipo: "no me vuelvas a decir esto", "no me lo vuelvas a repetir", "es mi cuerpo, no el tuyo":.. Que no tenemos por qué sentirnos violentos ni por qué decir estas frases porque en teoría no deberían ser necesarias.

Y luego llega toda esa gente que de la comida, pasa al deporte. Porque claro, como una manera de aceptarlo, tú coges (error tuyo) y le comentas a una persona que estás haciendo una dieta y que te has propuesto salir de casa todos los días, o casi todos, y hacer unos diez mil pasos al día. Y entonces pasa como cuando tienes novio y la gente cada vez que te ve, te pregunta: "Oye, ¿y qué tal tu novio?" Pues pasa lo mismo con este tema del deporte. Y van y te preguntan: "Oye, ¿qué tal? ¿Ya has hecho los diez mil pasos hoy?" Y tú le respondes que no, porque te has tirado todo el día haciendo cosas y has quedado con tus amigos porque también tienes vida social y te has pasado toda la tarde y parte de la noche con ellos. Y entonces, con toda su cara, va y te suelta que hay que ser constante y no hacer el vago. Pero dicho de otra forma mucho menos formal. Y ya te has callado una, y te has callado dos, y te has callado tres y ya revientas. De todas formas, aún así, le contestas de forma educada porque tú eres así. Y menos mal. Y le dices al ente, por no llamarle otra cosa, de turno:

"No me vuelvas a decir algo así, no me gusta que me hagas ese tipo de comentarios (de mierda) de que no hay que hacer el vago. Porque yo sé lo que es bueno para mí y lo que no. Y si quiero ocupar mi día entero haciendo otras cosas, no tengo por qué obligarme a ir a andar y tú no deberías hacerme sentir mal por ello. Quiero decir, que yo controlo mi vida y sé perfectamente lo que hago y no necesito que nadie me diga lo que tengo que hacer. Te lo digo más que nada porque me molesta bastante que me digan cosas que tengan que ver con mi cuerpo. Que es algo de lo que nadie tiene por qué opinar y mucho menos exigir que haga nada. No te lo tomes a mal, pero que no se vuelva a repetir."

Vamos, ni que hubiera que tener una vida dedicada al deporte, que la gente también tiene una vida y tiene que socializar y hacer sus cosas. Que claro, cuando les respondes de esta manera, ahí rectifican y se dan cuenta de que lo que han dicho está mal. O te dicen que lo han dicho en broma, que aunque no lo parezca, también pasa. Aunque ya sabemos que no, pero por lo menos se ha dado cuenta de que no iba por buen camino, de que el comentario ha sido desacertado. Que ese es al final el objetivo de todo esto. Que esto es lo que tenemos que contestar cuando nos hacen un comentario de mierda de este tipo. Que no tenemos por qué guardarnos nada ni tragarnos todo lo que nos digan y tampoco tener demasiada paciencia. Sólo necesitamos tener más educación que ellos y contestar. Contestar siempre, porque sino no van a aprender nunca y se van a creer que tienen derecho a decirnos lo que nos dicen y no lo tienen. Nadie. Nunca.

Ya aprenderán.

domingo, 15 de agosto de 2021

FILOFOBIA

 FILOFOBIA





Buenas noches queridos bloggeros y twitteros. Hoy os voy a hablar sobre la filofobia, conocida por el miedo al amor. Espero que tengáis la mente abierta para poder reflexionar sobre este tema, ahondar en vuestras inseguridades y miedos y verlo con otra perspectiva. Que lo disfrutéis.

¿Qué es la "filofobia"? Te estarás preguntando. En resumidas cuentas, es el miedo al amor. Una cosa que abunda mucho en este siglo "Millenial". He hablado cientos de veces sobre el compromiso amoroso, sobre etiquetas, sobre relaciones de pareja y demás conceptos relacionados. Cosa que he acabado contrastando con todo lo contrario. Es decir, la ausencia de etiquetas o la presencia de ellas para aclarar algo que dice así como: "No te enamores de mí, que yo ahora no me puedo permitir enamorarme". "No te enamores de mí, que yo no me puedo permitir sufrir por nadie". "No te enamores de mí, que yo no quiero verte llorar". "No te enamores de mí, que esto es sólo sexo.

Desafortunadamente, encuentro tres personas (por decir un número escaso) con ganas de enamorarse. Y el resto de lo que es la población en sí,  busca justamente lo contrario. Aunque digan que de valientes está lleno el cementerio, considero que es muy importante enfrentarse a los miedos que tiene cada uno. Porque si se sigue postergando ese enfrentamiento, al final los miedos van a acabar alimentándose de nosotros. Si cada vez que intuimos que vamos a sufrir, o vamos a salir mal parados en una situación determinada, huimos, ya no queda nada que merezca la pena vivenciar, nada más que vivir. Porque lo cierto es que hemos venido aquí para hablar de cosas inevitables.

¿Qué es "inevitable"? Te estarás preguntando. Inevitable se considera algo que no puede ser evitado, como la propia palabra indica. En este caso, voy a hablar de dos cosas inevitables en esta vida: el sufrimiento y el amor.

Mucha gente se escuda detrás del sexo o de las relaciones esporádicas, para no pagar impuestos. Creen que si utilizan las etiquetas apropiadas van a poder escapar del amor. Y espero no sonar machista, pero este tipo de casos se da más en hombres. Ellos creen que el sexo es la comida con la que creen que sobrevivirán en el desierto de la vida. Pero la comida entendida como algo a medio gas, la comida entendida como el sexo. Cuando el amor es el agua, aunque aún no se han dado cuenta. Creen que pensar en frío, o en este caso en caliente, les da para llenar la mitad del depósito, que en este caso es lo único que les interesa y lo único con lo que creen que podrán sobrevivir. Esta e su forma enfermiza de relacionarse con el amor. Su forma de satisfacer sus necesidades. Su forma de "conectar" con quién les resulta apetecible.

En la mayoría de los casos, la gente que tiene este tipo de relaciones, las tiene como consecuencia del sufrimiento, del desamor, de la decepción, de la deslealtad, de la infidelidad. Pero lo que tienen es relaciones sexuales con desconocidos de los que creen que jamás se enamorarán. Quizá elegidos a conciencia con este fin, de manera que se alejan de las personas que les puedan interesar de una manera trascendental o casi amorosa. Pero en lo que no han caído todavía es en que el amor es inevitable. Quizá se pueda eludir o esquivar la flecha de Cupido por un tiempo, pero al final te alcanzará. No creas que has dado con la fórmula exacta para que esto no te suceda a ti. Porque no hay ningún truco que funcione para ello. Quizá que no te haya tocado todavía coincida con el hecho de que todavía no te ha llegado el momento de enamorarte.

Que la lección a aprender no es no enamorarte más. Que se trata de aprender otro tipo de lección mucho más concreta acorde con lo que has vivido tú de forma particular. Que se trata de ver el amor desde una perspectiva optimista. Que la solución no es extirpar el órgano entero infectado para poder seguir viviendo, porque así no se puede vivir. Que los errores que cometiste, cometes, y cometerás serán para aprender sobre tu caso particular. Que servirán para descartar, para estrechar el círculo, para saber lo que quieres en una relación. Y es más, cuantos más noes saques de la chistera, menos te quedará para alcanzar el sí definitivo. Es decir, que cuantas más personas descartes como posibles parejas, más cerca estarás de tu persona ideal. Esto no lo digo yo, es probabilidad pura y dura.

¿Cuál es el miedo entonces? Te estarás preguntando. lo que viene después del amor: el desamor, la decepción, el sufrimiento. Hablando de sufrimiento, otra cosa inevitable. El problema es que si ya de antemano piensas que vas a sufrir, sin siquiera haberle dado la oportunidad de respirar a la relación, está claro que vas a sufrir. Porque con esto lo que haces es propiciar una caída estrepitosa. Y te voy a poner un ejemplo de los Simpsons: ¿Recuerdas cuando Todd Flanders está escalando un rocódromo y su padre no hace más que decirle que se va a caer? ¿Recuerdas lo que pasó después? Exacto, que se cayó. ¿Por qué? Te preguntarás. Porque la predisposición negativa casi que evoca resultados negativos, los atrae. Es como la ley de atracción, a nosotros casi que nos llega lo que proyectamos. No se puede ir por la vida pensando en cortar una relación para no sufrir. Porque si se tiene que sufrir, se sufrirá igual aunque no por la misma persona y no por lo mismo. Porque el amor no se puede extirpar, como te decía antes, es inevitable. Cuando ya estás enamorado, cortes o no la relación, seguirás estándolo. Algunas veces hay que apostar por lo que creemos que merece la pena, aún con la posibilidad de que podamos sufrir por ello. Sobre todo si la recompensa que hay detrás de tanto esfuerzo, paciencia y dedicación es el amor. Que es algo maravilloso.

Es decir, el hecho de poner distancia entre tú y otra persona para que no te hagan daño, no te va a servir de nada. Porque por haber esquivado el hoyo de la acera nueve veces, no quiere decir que a la décima no te vayas a caer. Esto es como tener un accidente de coche y no volver a subir a un coche nunca más porque exista la posibilidad de tener un accidente. Cosa que es bastante improbable. Lo que quiero decir es que no por esquivar el amor quiere decir que no vayas a caer en él. Eso no quita para que un día estés haciéndolo con alguien y mañana estés completamente enamorado de esa persona pese a todas las barreras que hayas interpuesto entre tú y la otra persona. Esas barreras no te garantizan que alguien no vaya a penetrar en tu castillo un día cualquiera y sin previo aviso. Porque quizá no hayas reparado en que hay nueve mil novecientos noventa y nueve maneras de entrar que no has tenido en cuenta. Y lo peor es que esa persona entrará sin habérselo propuesto, no al menos de forma consciente. El amor sucede así, al fin y al cabo, sin proponerse suceder. Nuevamente inevitable.

Lo curioso es que todo el mundo se empeña en culpar al amor de sus desgracias, del sufrimiento que ocasionan las relaciones poco sanas. Pero el amor no es nada más y nada menos que un sentimiento, y un sentimiento bueno, que en ningún caso tiene que ser negativo. El amor no tiene la culpa de que se use su nombre en vano. Una cosa es que tú pongas medios para dejar una relación o mantenerla, pero entonces estamos hablando de acciones, de huidas, de hechos, de miedos. Que una persona termine o acabe una relación por miedo, no tiene por qué significar que deje de amar a la otra persona. Porque cuando alguien termina una relación con el objetivo de proteger a la otra persona, ahí está amando. Porque la empatía es una forma, una manifestación, de amor. Significa que has dejado una relación amando o porque amabas. Es querer saltar de un tren en marcha cuando piensas en que va a colisionar al final del trayecto, aunque en realidad no tienes la certeza de que eso vaya a suceder. Que se tenga miedo a amar no significa que no se ame. Porque el amor, el de verdad, no duele. Y si duele, no es amor. Lo que sí que puede llegar a doler son los problemas que ocurren en una relación de pareja. Con lo que se podría decir que se tiene miedo a las relaciones, o al compromiso, pero no al amor.

Sin embargo, errar está bien en ciertas ocasiones, por lo menos si lo miramos desde el prisma del aprendizaje. Igual que puede llegar a ser educativo y positivo errar en el amor. Aunque como siempre hay excepciones por el hecho de que todo es relativo. Y digo más, nuestros errores nos hacen ser como somos. Y claro que vamos a errar noventa y nueve veces y más. Porque por suerte, o por desgracia, es así como aprendemos la mayoría de las veces. Aunque haya errores más malos que otros. Porque hay que tener en cuenta que sin los errores, no existirían los aciertos. Y amar, o elegir amar, no es equivocarse. Es apostar por algo que merece la pena, aún sabiendo que puedes perder. Y una manera de perder es eligiendo por el otro. Cortando por la relación con la excusa de que es por el bien del otro. Y quizá el fallo aquí sea haberlo privado de su derecho a tomar sus propias decisiones, y haber dejado en tus manos bajo tu única responsabilidad tu felicidad y la del otro, y por tanto, vuestra desdicha. Y tras eso, como te imaginarás, viene la culpa que te invade al pensar en lo que pudo haber sido y ya nunca será. Esto es como cuando alguien va al programa de "Ahora caigo" y se planta en la mitad por el miedo de perder todo el dinero y no apostarlo para ganar más. Sin jugar ni arriesgarse por el todo o nada. Y con el tiempo, cuando recuerde, por mucho que piense qué hubiera pasado si, ya nunca lo sabrá. Y lo que no tuvo en cuenta ese concursante, es que empezó sin nada y podría haberse ido con lo mismo que ya tenía. Por eso a veces hay que arriesgar contando con la posibilidad de perder. Aunque siempre midiendo las consecuencias. Porque de eso se trata la vida.

Lo triste es que no hemos aprendido a resolver los problemas con pensamiento lateral. Que esta es otra de las muchas cosas que deberían enseñarnos en el colegio y no lo hacen. Por lo que siempre nos limitamos a pensar en la salida "A" y la salida "B" sin tener en cuenta que el alfabeto tiene veinticinco letras. Y por tanto veinticinco posibles soluciones para el mismo problema. Sin embargo, siempre elegimos el camino fácil, ese que no cueste mucho esfuerzo pensar, ese en el que creemos que existen dos posibles respuestas: el sí y el no. Cuando lo que hay que hacer es buscar soluciones creativas.

De todas formas, yo le preguntaría a toda esa gente que ha amado y dice arrepentirse de haberlo hecho, a toda esa gente que dice no creer en el amor, a toda esa gente que tiene fobia al amor, a toda esa gente que ya no tiene ganas de enamorarse, a toda esa gente que ha desarrollado miedo, alergia, al amor, le diría:

¿Te arrepientes de haber conocido a esa persona de la que te enamoraste? ¿Te arrepientes de haberla amado? ¿Hoy serías quien eres de no haberlo hecho? ¿Te arrepientes de haber sufrido por amor a pesar de que te reporte la experiencia suficiente como para aprender de ello? Si aún amas a esa persona, ¿crees que has agotado todas las existencias de posibilidades para volverlo a intentar? ¿O por el contrario te has resignado a pensar que nunca más será para ti? ¿La recordarás el resto de tu vida pensando en lo que pudo haber sido u no fue? ¿Te lamentarás si un día te das la vuelta en tu lado de la cama y te encuentras con la persona con la que no querías estar pero te conformaste porque no te hacía salir de tu zona de confort? ¿Podrás vivir con esa persona sabiendo que quizá hayas dejado escapar al hombre o la mujer de tu vida? ¿O merece el esfuerzo haberlo intentado todo antes de darlo por perdido? Porque está claro que cabe la posibilidad de que te esfuerces todo lo posible y al final no salga o no se dé. Pero al menos sabrás que lo has intentado todo y tendrás la conciencia tranquila.

La vida está para asumir riesgos. Deberíamos de intentar dejar de comportarnos como animales y comportarnos más como personas, que es lo que somos al fin y al cabo. No devaluemos los gestos de amor. no devaluemos las relaciones sexuales. No convirtamos el sexo en algo burdo y sin sentido, sino como un acto más de amor, como algo que nos conecta a los unos con los otros. Como cuando los avatares conectan sus colas. No devaluemos los besos. Y hagamos que se conviertan en ganas, en deseo, en un: "no me he podido aguantar más": No devaluemos las caricias. Y convirtámoslas en un: "necesitaba tocarte, y lo haría hasta el fin de mis días". No entreguemos cosas valiosas a cambio de nada que no merezca la pena. El amor se paga con más amor, y las muestras de afecto deberían ser siempre muestras de amor. No les pongamos otro nombre, no uno que no les haga justicia, no uno que no se merezcan, no uno que no valga, que no represente lo que valen este tipo de cosas.

Sólo os digo que como sigamos por este camino y sigamos culpando al amor de todo lo que somos responsables nosotros, y sólo nosotros, en vez de culparlo por todas nuestras alegrías, vamos a acabar poblando el mundo de gente vacía y carente de amor. ¡Y qué mundo más triste sería! Yo desde luego, no quiero formar parte de ese mundo, ¿y tú?

sábado, 14 de agosto de 2021

Querido u odiado amor

 QUERIDO U ODIADO AMOR








Buenas noches queridos bloggeros y twitteros. Hoy os voy a hablar sobre cómo vemos la vida cuando estamos enamorados y cómo la vemos cuando hemos perdido el amor. Siento las modificaciones que ha habido en mi blog, han sido problemas técnicos, pero ya se han solucionado por suerte. Espero que me sigáis leyendo como siempre, os deseo lo mejor.

A veces pasa que empezamos a sentir cosas muy fuertes por alguien. Hasta tal punto de que nos entra el amor por todos los sentidos: olemos a amor, o a las cosas que nos huelen como el amor lo haría; sabemos a amor, o tenemos el sabor del amor en el cielo del paladar; oímos a amor, o percibimos cómo suena el amor en nuestros oídos; tocamos amor, o sentimos amor cuando nos tocamos.

Y entonces, salimos un día al mundo y ya nada es igual. Porque no se perciben los mismos colores, y vamos percibiendo tonalidades que nos resultan amorosas. Porque el rojo intenso de las rosas nos resulta jodidamente romántico. Porque el amarillo intenso del sol se parece a la felicidad. Porque el blanco de las nubes dibuja corazones en la inmensidad del cielo y nos produce una paz absoluta, una armonía y una pureza indescriptibles. Porque el azul del cielo hoy te reserva cosas buenas. Porque el verde intenso de la hierba nos recuerda a la esperanza. Y sin darnos cuenta, nuestra mano ya está cogiendo una margarita y quitándole cada pétalo cambiando los "no me quiere" por los "sí me quiere" borrando los primeros de la ecuación. Porque el rosa de tu sombra de ojos, la que llevas hoy, te dice: "Sí, estás enamorada, ¿y qué? Que todos lo vean hoy." Que el gris ha dejado de ser el color triste y marginado que siempre está solo en clase, para convertirse en el gris de su jersey favorito. Y el marrón, ya no es ese color feo que a nadie le gusta y pasa a ser incluso tu favorito. Porque cada vez que lo miras a los ojos lo ves, y te encanta. Y el naranja te sabe a atardeceres eternos y efímeros con tu cabeza apoyada en su hombro. Y entonces sabes que nunca olvidará el morado porque se acuerda de que es tu color favorito. Y no duda de que siempre brillarás con tus tonalidades de plateado y dorado cuando te mira. Porque siempre te pilla brillando. Y el negro ahora te aparece precioso porque te recuerda a todas las noches que dormiste junto a él, porque te recuerda a cuando el cuarto estaba a oscuras, dentro de un negro bonito. Dentro de un negro, que en vez de darte miedo, te da seguridad.

Y ya no ves la vida igual. Porque él lo ha puesto todo patas arriba. Y aunque él se encuentra en su orden, tú te encuentras desordenándole la vida. Pero eso ya nunca será algo negativo, porque él ha aprendido a amarte así, desordenada, caótica, y para él, perfecta. Aunque estés a años luz de serlo.

Como tú, cuando empiezas a sonreír como una boba cada vez que te dice algo bonito. Aunque eso es lo que defines tú como algo bonito: cualquier cosa que te diga y que salga directa del corazón. Pero eh, no te confundas. Él no es un chico como otro cualquiera que te dice lo que quieres oír para quedar bien. Y tampoco utiliza tácticas para ligar contigo como hubiese hecho otro. Simplemente se limita a ser, y a sentir, como es.

Y otro día te encuentras así, viviendo, y de repente notas algo extraño en la nariz. Y te das cuenta de que también se puede sentir placer oliendo. Porque ahora la vida te está recompensando, trayéndote a tu nariz, tus olores favoritos. Quizá por el karma. Quizá por casualidad. Quizá porque te lo has ganado. Quizá porque te estés enamorando. Y un día cualquiera llegas, y huele a rosas, pero esta vez no estornudas. Entonces sigues tu camino y percibes un ligero aroma a coco, a canela. A pan recién hecho. Y después hueles las risas, que con su perfume inundan la habitación. Y huele a recuerdos, y a tantas cosas... Y de repente su olor se cuela en tu nariz sin previo aviso, y crees que jamás lo podrás olvidar. O dejar de oler. Miras hacia un lado y cuando te quieres dar cuenta has pegado la nariz a esa sudadera que se dejó olvidada, ahí doblada, perfecta, en esa silla de tu habitación. Porque él es así de cuidadoso con sus cosas. Y aunque no seas su posesión, también hay que hablar de cómo te cuida, y te dobla, porque su amor siempre te parte en dos. Y una idílica mañana te despierta el olor a café recién hecho y empiezas a darte cuenta de que estás en su casa y de que todo es perfecto aunque te hayas desorientado por un momento. Aunque creyeras que es todo un sueño del que no quieras despertarte jamás. Y sabes, que en algún momento acabará por llevarte el desayuno a la cama, porque él es así de romántico, de los chicos que ya no quedan. Y llega un día en el que ya no te sabe nada igual, porque los olores son recuerdos de a qué sabe la felicidad y de a qué huele el amor cuando aspiras el olor que ha dejado en su lado de la cama.

Y ahí es cuando los sabores se cuelan en tu paladar. Y tu sabor favorito de helado, ya no es el de avellana, es el sabor de sus labios, cuando te besa. Su sabor se convierte en tu nueva comida favorita todos los días de tu vida, pero sin cansarte en absoluto. Es como ser juez en el programa Máster Chef. No para juzgar el sabor o la elaboración, sino para prestarle atención a cada matiz que se aprecia en su sabor tan único y especial, imposible de imitar. Saborearlo como si no existiese nada más ni mejor en este mundo. Y entonces el amor empieza a saberte a fresas con nata a las tres de la madrugada. Y a champán con fresas cuando recuerdas vuestro primer beso. Porque él es ese chocolate que disfrutas hasta el final y con el que nunca te sacias, porque siempre quieres más. Porque sabes, que cuando algo está prohibido, tienta más. Y que cuando caes en la tentación, no hay vuelta a atrás. Aunque no nos engañemos, tampoco quisieras retroceder. Miento, sí quieres, pero sólo para poder volverlo a vivir todo desde el principio, y sin saltarte ninguna coma. Para vivirlo más intensamente, con menos miedo. Hasta que la vida se acabe, o dejes de llamarle vida.

Y una tarde, agudizas el oído. Y te das cuenta sin querer de que ya amabas su risa mucho antes de darte cuenta. Y de cómo suena su voz grave cuando te dice que eres perfecta y que te quiere. Ese "te quiero" que sigue resonando en tus oídos aún cuando cuando se ha ido, no para siempre, sino que tenía que hacer algo importante. Ese que nunca te cansas de oír en sus labios porque es una melodía demasiado perfecta como para no estar escuchándola de forma repetitiva, eternamente. Porque cuando te sostiene en sus brazos, empiezas a oír la melodía del mar a través de una caracola perfecta que recogisteis en la playa un día, cuando os fuisteis por primera vez juntos de vacaciones. Y entonces entiendes cómo es el sonido de la paz, porque estás con él, y nada más importa. Y después, un día de manta y Netflix, lo miras y sabes que no te lo mereces. Porque él es demasiado bueno para ser real. Pero te das cuenta cuando sabes con certeza que lleva dos horas y media viendo contigo una peli romántica, para tener una excusa para ponerse tonto. Porque él hablaba en serio cuando tú le preguntaste que qué imaginaba y te dijo que una vida juntos.

Y de repente empiezas a caer en la cuenta de que todo tacto se siente como terciopelo. Porque todos encontramos placer en el tacto. Y el amor es que yo te diga que tengo alergia a los perros, y tú me compres una manta suavecita sintética, que yo pueda tocar siempre, para taparnos con ella. El amor es que toque su cara y me recuerde al tacto que tiene un pétalo de rosa. Que su mano roce la mía en un movimiento involuntario y sienta la electricidad de la felicidad a su lado, cada día. Y que al pasar por el escaparate de esa tienda, trate de alcanzar nuestro reflejo para tocarlo, porque parece mentira que quedemos tan bien juntos. A pesar de que tú no seas de este mundo. Y tocar tus labios con la punta de los dedos como si fueran una de las siete maravillas más maravillosas del mundo. Como rozar el cielo con las manos.

De un momento a otro, te das cuenta de que aunque las cosas tengan una carga positiva y una negativa, todo es cuestión de cómo se perciba. Porque si estás furioso con el mundo, si sientes: ira, celos, rencor, envidia... O te acecha el desamor, todo cambia y se vuelve más oscuro y frío. Porque un día bajas a la calle y la pareja que viste ayer besándose en la misma esquina, hoy te sabe amarga. Todo lo contrario que ayer, que sonreíste y dijiste: "¡Viva el amor!" Y hoy, que ya no estás con tu chico, piensas: "¡Qué envidia!" o "¡Qué empalagosos!" o "¡Iros a un puto hotel!" Y cuando ayer veías esa película romántica con tu novio, estabas feliz, porque rezumabas amor por los poros y tenías con quien celebrarlo. Y al día siguiente piensas que el mundo se ha confabulado contra ti, porque hoy justo es el día de San Valentín, y estás jodida, y soltera.

Y entonces aquel programa que te hacía reír ya no te hace gracia porque la risa se ha ido por el desagüe, y entonces la vida deja de tener color. Al principio sólo ves un gris soledad. Un azul tristeza mezclado con melancolía. Un rojo rabia. Un amarillo envidia. Un verde moho. Un morado puñetazo. Un negro abismo. Un rosa que se plasma en un tequila de fresa (sí, el que te estás bebiendo para olvidar tus penas y que estás sola). Un naranja del zumo que te ha salpicado esta mañana en el ojo al despertar. Un blanco vacío en el que no hay absolutamente nada. Un marrón mierda, de las veces que te has cagado en tu ex. Y el dorado y plateado que ves en esa discoteca en la que estás dándolo todo porque ya no te queda nada que perder. Y te quieres poner hasta el culo y que a nadie se le ocurra hablar de amor en un año, un siglo, o una vida.

Luego, llegan los malos olores. El olor a vómito después de una fiesta en la que te pasaste bebiendo. El olor putrefacto de cuando se pasa la comida. El olor a esa coliflor y a ese brócoli que siempre detestaste. El olor a ausencia, a melancolía, a pérdida. El olor que se ha ido de la sudadera que te prestó un día porque tenías frío y que sabes que nunca le devolverás porque te duele demasiado. Y te das cuenta de que esos malos olores sólo los percibes tú. Porque el resto del universo sigue su vida con sus cosas de la vida cotidiana. Y te das cuenta de que no se ha parado el mundo, sólo tú. Ellos siguen riendo con los mismos chistes, viendo los mismos programas, contando las mismas anécdotas... Ellos siguen llorando cuando sienten empatía por un personaje de una película, o cuando ponen una banda sonora melancólica en la tele. Pero a ellos no les llora el alma como a ti, porque a ellos no les ha pasado un tren por encima, sólo a ti. Y ya nada te huele bien, y menos a amor. Ahora todo te huele a desamor, a tristeza, a dolor, a llanto. Y el resto del mundo sigue oliendo a pan recién horneado y desayuno en la cama. Y tú lo detestas y los detestas a ellos, porque te jode como nunca que el mundo no empatice con tu tristeza y que te sonría a la cara burlándose de que tú HOY no seas capaz de pintar una sonrisa..

Y de repente se hace de día, y te despiertas y notas un regusto amargo en el paladar. Porque eso es lo que queda cuando ya no queda nada. Cuando sabes que ese es el sabor del vacío. Cuando notas el sabor del dolor en tu boca. Cuando notas el regusto a hierro de la sangre, cuando te hiciste esa herida en el labio por volver a pensar en él, y en su boca. Y como ya no tienes su sabor en tus labios, y se te ha olvidado a qué sabían, ahí sabes que estás jodida. Porque estás pillada hasta las trancas, pero ya no lo tienes. Y parece que se ha acabado el helado de avellana de todas las existencias del planeta Tierra. Y te das cuenta de que tu comida favorita ya no te produce esa felicidad momentánea que sentías antes. Porque todo te sabe soso, ya no hay azúcar ni sal que aderece este plato de mierda incomible que tienes delante. Porque te falta tu condimento favorito, él.

Llega la noche, y te vas a dormir. y empiezas a soñar. Y en tu sueño corréis los dos por un campo verde y precioso y vuelves a oír su risa de nuevo, y te embarga ese alivio de repente, como si llevaras mucho tiempo conteniendo la respiración. Y por fin respiras. Aunque no es en sí su risa, sino el eco de su risa. Y entonces, se oye al Boggart saliendo del armario y convirtiéndose en un payaso gigante que se ríe con su voz, ahora más turbia, y te cagas de miedo. Ahí es cuando te despiertas. Porque ese sueño idílico era, en realidad, una pesadilla. Y donde antes oías risas, oías musas, ahora sólo oyes gritos ensordecedores que se cuelan en tu vida para arrasarlo y quemarlo todo. Y lo peor es que son tus propios gritos. Porque has desaprendido a prestar atención a lo bonito, a esa melodía que escuchabas en tu cabeza cuando estabas con él. Casi sin querer. Ya no sabes diferenciar la melodía de la voz, y separar las cosas. Ahora sólo escuchas música triste, porque sientes que es ella quien te arropa ahora, sustituyéndole a el. Ya no hay más, sólo vacío, y un pozo muy negro que llevas horas, quizá días, cavando para ti misma. Y después percibes por el oído consejos y cosas a las que no les prestas atención porque sólo sabes escucharlo a él, y ya no escuchas nada más. Y te jode cuando esa amiga va contigo en el coche y pone esa canción que tanto os motivaba y que ahora sólo la motiva a ella. Y sientes tristeza, porque ahora esa canción te duele, porque has desaprendido a disfrutarla. Y mejor no hablemos de vuestra canción.

Y kamikace, tocas a ese perro sabiendo que te da alergia en un intento de sentir algo. Como cuando Bella hacía locuras kamikaces sólo por ver el espejismo de Edward. Y todo bajo la palma de tu mano se vuelve áspero como una lija. Ya nada es agradable al tacto, porque ya no puedes rozar su sonrisa con tus labios. Ya no puedes acariciar su rostro. Ya no puedes pasar la mano por su pecho, o apoyar la cabeza sobre él. Y todo lo que tocas se convierte en ceniza de lo que un día fue. Y ya ni siquiera quieres tocar cosas agradables al tacto que no tengan que ver con tocarlo a él.

Pero lo que te jode es que la vida te haya dejado claro que va a seguir contigo o sin ti. Así que elige vivir con amor o sin él. Alégrate por los demás. Y no olvides que siempre, pero siempre, es cuestión de perspectiva.