Buenas noches queridos bloggeros y twitteros. Hoy os voy a hablar sobre la filofobia, conocida por el miedo al amor. Espero que tengáis la mente abierta para poder reflexionar sobre este tema, ahondar en vuestras inseguridades y miedos y verlo con otra perspectiva. Que lo disfrutéis.
¿Qué es la "filofobia"? Te estarás preguntando. En resumidas cuentas, es el miedo al amor. Una cosa que abunda mucho en este siglo "Millenial". He hablado cientos de veces sobre el compromiso amoroso, sobre etiquetas, sobre relaciones de pareja y demás conceptos relacionados. Cosa que he acabado contrastando con todo lo contrario. Es decir, la ausencia de etiquetas o la presencia de ellas para aclarar algo que dice así como: "No te enamores de mí, que yo ahora no me puedo permitir enamorarme". "No te enamores de mí, que yo no me puedo permitir sufrir por nadie". "No te enamores de mí, que yo no quiero verte llorar". "No te enamores de mí, que esto es sólo sexo.
Desafortunadamente, encuentro tres personas (por decir un número escaso) con ganas de enamorarse. Y el resto de lo que es la población en sí, busca justamente lo contrario. Aunque digan que de valientes está lleno el cementerio, considero que es muy importante enfrentarse a los miedos que tiene cada uno. Porque si se sigue postergando ese enfrentamiento, al final los miedos van a acabar alimentándose de nosotros. Si cada vez que intuimos que vamos a sufrir, o vamos a salir mal parados en una situación determinada, huimos, ya no queda nada que merezca la pena vivenciar, nada más que vivir. Porque lo cierto es que hemos venido aquí para hablar de cosas inevitables.
¿Qué es "inevitable"? Te estarás preguntando. Inevitable se considera algo que no puede ser evitado, como la propia palabra indica. En este caso, voy a hablar de dos cosas inevitables en esta vida: el sufrimiento y el amor.
Mucha gente se escuda detrás del sexo o de las relaciones esporádicas, para no pagar impuestos. Creen que si utilizan las etiquetas apropiadas van a poder escapar del amor. Y espero no sonar machista, pero este tipo de casos se da más en hombres. Ellos creen que el sexo es la comida con la que creen que sobrevivirán en el desierto de la vida. Pero la comida entendida como algo a medio gas, la comida entendida como el sexo. Cuando el amor es el agua, aunque aún no se han dado cuenta. Creen que pensar en frío, o en este caso en caliente, les da para llenar la mitad del depósito, que en este caso es lo único que les interesa y lo único con lo que creen que podrán sobrevivir. Esta e su forma enfermiza de relacionarse con el amor. Su forma de satisfacer sus necesidades. Su forma de "conectar" con quién les resulta apetecible.
En la mayoría de los casos, la gente que tiene este tipo de relaciones, las tiene como consecuencia del sufrimiento, del desamor, de la decepción, de la deslealtad, de la infidelidad. Pero lo que tienen es relaciones sexuales con desconocidos de los que creen que jamás se enamorarán. Quizá elegidos a conciencia con este fin, de manera que se alejan de las personas que les puedan interesar de una manera trascendental o casi amorosa. Pero en lo que no han caído todavía es en que el amor es inevitable. Quizá se pueda eludir o esquivar la flecha de Cupido por un tiempo, pero al final te alcanzará. No creas que has dado con la fórmula exacta para que esto no te suceda a ti. Porque no hay ningún truco que funcione para ello. Quizá que no te haya tocado todavía coincida con el hecho de que todavía no te ha llegado el momento de enamorarte.
Que la lección a aprender no es no enamorarte más. Que se trata de aprender otro tipo de lección mucho más concreta acorde con lo que has vivido tú de forma particular. Que se trata de ver el amor desde una perspectiva optimista. Que la solución no es extirpar el órgano entero infectado para poder seguir viviendo, porque así no se puede vivir. Que los errores que cometiste, cometes, y cometerás serán para aprender sobre tu caso particular. Que servirán para descartar, para estrechar el círculo, para saber lo que quieres en una relación. Y es más, cuantos más noes saques de la chistera, menos te quedará para alcanzar el sí definitivo. Es decir, que cuantas más personas descartes como posibles parejas, más cerca estarás de tu persona ideal. Esto no lo digo yo, es probabilidad pura y dura.
¿Cuál es el miedo entonces? Te estarás preguntando. lo que viene después del amor: el desamor, la decepción, el sufrimiento. Hablando de sufrimiento, otra cosa inevitable. El problema es que si ya de antemano piensas que vas a sufrir, sin siquiera haberle dado la oportunidad de respirar a la relación, está claro que vas a sufrir. Porque con esto lo que haces es propiciar una caída estrepitosa. Y te voy a poner un ejemplo de los Simpsons: ¿Recuerdas cuando Todd Flanders está escalando un rocódromo y su padre no hace más que decirle que se va a caer? ¿Recuerdas lo que pasó después? Exacto, que se cayó. ¿Por qué? Te preguntarás. Porque la predisposición negativa casi que evoca resultados negativos, los atrae. Es como la ley de atracción, a nosotros casi que nos llega lo que proyectamos. No se puede ir por la vida pensando en cortar una relación para no sufrir. Porque si se tiene que sufrir, se sufrirá igual aunque no por la misma persona y no por lo mismo. Porque el amor no se puede extirpar, como te decía antes, es inevitable. Cuando ya estás enamorado, cortes o no la relación, seguirás estándolo. Algunas veces hay que apostar por lo que creemos que merece la pena, aún con la posibilidad de que podamos sufrir por ello. Sobre todo si la recompensa que hay detrás de tanto esfuerzo, paciencia y dedicación es el amor. Que es algo maravilloso.
Es decir, el hecho de poner distancia entre tú y otra persona para que no te hagan daño, no te va a servir de nada. Porque por haber esquivado el hoyo de la acera nueve veces, no quiere decir que a la décima no te vayas a caer. Esto es como tener un accidente de coche y no volver a subir a un coche nunca más porque exista la posibilidad de tener un accidente. Cosa que es bastante improbable. Lo que quiero decir es que no por esquivar el amor quiere decir que no vayas a caer en él. Eso no quita para que un día estés haciéndolo con alguien y mañana estés completamente enamorado de esa persona pese a todas las barreras que hayas interpuesto entre tú y la otra persona. Esas barreras no te garantizan que alguien no vaya a penetrar en tu castillo un día cualquiera y sin previo aviso. Porque quizá no hayas reparado en que hay nueve mil novecientos noventa y nueve maneras de entrar que no has tenido en cuenta. Y lo peor es que esa persona entrará sin habérselo propuesto, no al menos de forma consciente. El amor sucede así, al fin y al cabo, sin proponerse suceder. Nuevamente inevitable.
Lo curioso es que todo el mundo se empeña en culpar al amor de sus desgracias, del sufrimiento que ocasionan las relaciones poco sanas. Pero el amor no es nada más y nada menos que un sentimiento, y un sentimiento bueno, que en ningún caso tiene que ser negativo. El amor no tiene la culpa de que se use su nombre en vano. Una cosa es que tú pongas medios para dejar una relación o mantenerla, pero entonces estamos hablando de acciones, de huidas, de hechos, de miedos. Que una persona termine o acabe una relación por miedo, no tiene por qué significar que deje de amar a la otra persona. Porque cuando alguien termina una relación con el objetivo de proteger a la otra persona, ahí está amando. Porque la empatía es una forma, una manifestación, de amor. Significa que has dejado una relación amando o porque amabas. Es querer saltar de un tren en marcha cuando piensas en que va a colisionar al final del trayecto, aunque en realidad no tienes la certeza de que eso vaya a suceder. Que se tenga miedo a amar no significa que no se ame. Porque el amor, el de verdad, no duele. Y si duele, no es amor. Lo que sí que puede llegar a doler son los problemas que ocurren en una relación de pareja. Con lo que se podría decir que se tiene miedo a las relaciones, o al compromiso, pero no al amor.
Sin embargo, errar está bien en ciertas ocasiones, por lo menos si lo miramos desde el prisma del aprendizaje. Igual que puede llegar a ser educativo y positivo errar en el amor. Aunque como siempre hay excepciones por el hecho de que todo es relativo. Y digo más, nuestros errores nos hacen ser como somos. Y claro que vamos a errar noventa y nueve veces y más. Porque por suerte, o por desgracia, es así como aprendemos la mayoría de las veces. Aunque haya errores más malos que otros. Porque hay que tener en cuenta que sin los errores, no existirían los aciertos. Y amar, o elegir amar, no es equivocarse. Es apostar por algo que merece la pena, aún sabiendo que puedes perder. Y una manera de perder es eligiendo por el otro. Cortando por la relación con la excusa de que es por el bien del otro. Y quizá el fallo aquí sea haberlo privado de su derecho a tomar sus propias decisiones, y haber dejado en tus manos bajo tu única responsabilidad tu felicidad y la del otro, y por tanto, vuestra desdicha. Y tras eso, como te imaginarás, viene la culpa que te invade al pensar en lo que pudo haber sido y ya nunca será. Esto es como cuando alguien va al programa de "Ahora caigo" y se planta en la mitad por el miedo de perder todo el dinero y no apostarlo para ganar más. Sin jugar ni arriesgarse por el todo o nada. Y con el tiempo, cuando recuerde, por mucho que piense qué hubiera pasado si, ya nunca lo sabrá. Y lo que no tuvo en cuenta ese concursante, es que empezó sin nada y podría haberse ido con lo mismo que ya tenía. Por eso a veces hay que arriesgar contando con la posibilidad de perder. Aunque siempre midiendo las consecuencias. Porque de eso se trata la vida.
Lo triste es que no hemos aprendido a resolver los problemas con pensamiento lateral. Que esta es otra de las muchas cosas que deberían enseñarnos en el colegio y no lo hacen. Por lo que siempre nos limitamos a pensar en la salida "A" y la salida "B" sin tener en cuenta que el alfabeto tiene veinticinco letras. Y por tanto veinticinco posibles soluciones para el mismo problema. Sin embargo, siempre elegimos el camino fácil, ese que no cueste mucho esfuerzo pensar, ese en el que creemos que existen dos posibles respuestas: el sí y el no. Cuando lo que hay que hacer es buscar soluciones creativas.
De todas formas, yo le preguntaría a toda esa gente que ha amado y dice arrepentirse de haberlo hecho, a toda esa gente que dice no creer en el amor, a toda esa gente que tiene fobia al amor, a toda esa gente que ya no tiene ganas de enamorarse, a toda esa gente que ha desarrollado miedo, alergia, al amor, le diría:
¿Te arrepientes de haber conocido a esa persona de la que te enamoraste? ¿Te arrepientes de haberla amado? ¿Hoy serías quien eres de no haberlo hecho? ¿Te arrepientes de haber sufrido por amor a pesar de que te reporte la experiencia suficiente como para aprender de ello? Si aún amas a esa persona, ¿crees que has agotado todas las existencias de posibilidades para volverlo a intentar? ¿O por el contrario te has resignado a pensar que nunca más será para ti? ¿La recordarás el resto de tu vida pensando en lo que pudo haber sido u no fue? ¿Te lamentarás si un día te das la vuelta en tu lado de la cama y te encuentras con la persona con la que no querías estar pero te conformaste porque no te hacía salir de tu zona de confort? ¿Podrás vivir con esa persona sabiendo que quizá hayas dejado escapar al hombre o la mujer de tu vida? ¿O merece el esfuerzo haberlo intentado todo antes de darlo por perdido? Porque está claro que cabe la posibilidad de que te esfuerces todo lo posible y al final no salga o no se dé. Pero al menos sabrás que lo has intentado todo y tendrás la conciencia tranquila.
La vida está para asumir riesgos. Deberíamos de intentar dejar de comportarnos como animales y comportarnos más como personas, que es lo que somos al fin y al cabo. No devaluemos los gestos de amor. no devaluemos las relaciones sexuales. No convirtamos el sexo en algo burdo y sin sentido, sino como un acto más de amor, como algo que nos conecta a los unos con los otros. Como cuando los avatares conectan sus colas. No devaluemos los besos. Y hagamos que se conviertan en ganas, en deseo, en un: "no me he podido aguantar más": No devaluemos las caricias. Y convirtámoslas en un: "necesitaba tocarte, y lo haría hasta el fin de mis días". No entreguemos cosas valiosas a cambio de nada que no merezca la pena. El amor se paga con más amor, y las muestras de afecto deberían ser siempre muestras de amor. No les pongamos otro nombre, no uno que no les haga justicia, no uno que no se merezcan, no uno que no valga, que no represente lo que valen este tipo de cosas.
Sólo os digo que como sigamos por este camino y sigamos culpando al amor de todo lo que somos responsables nosotros, y sólo nosotros, en vez de culparlo por todas nuestras alegrías, vamos a acabar poblando el mundo de gente vacía y carente de amor. ¡Y qué mundo más triste sería! Yo desde luego, no quiero formar parte de ese mundo, ¿y tú?
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