Distancia.
Yo sé que no podemos estar juntos, que un abismo nos separa, y que en este mundo cruel de inmundicia existe el tiempo y el espacio. Siempre que hablo contigo se me paraliza el corazón y no sé qué decir porque pienso que nada va a ser lo suficientemente bueno para ti, que mis palabras no van a estar a tu altura, que eres demasiado para mí.
Me da igual, si estás a 300 km que a 3000, eso no cambia lo que siento por ti, y de hecho, creo que nunca lo hará. Claro que, no sé a ciencia cierta qué puede pasar, no quiero que esto acabe, pero te entiendo, y sé que también lo haces por mi bien, que lo único que buscas es mi felicidad y que podamos estar bien, tanto juntos como separados, pero bien.
Yo no sé ser feliz si no es a tu lado, y te juro que lo intento todos los días, intento sonreír y evadirme de todo, sentir amor por la vida, por la gente que la rodea y por mis amigos, pero siento como si tú fueras mi trébol de la suerte. Al abandonarme todo ha muerto, como si el mundo estuviera plagado de flores, marchitas por la carencia de su dosis de agua. Ahora que no estás, todo me sale mal.
Ahora que te has ido de mi lado, me siento como una rosa, pero sin su principal fuente de energía, marchita, pero en este caso carente de amor, del tuyo.
Aún me quedarán los sueños, soñar despierta o dormida que vienes y me besas, que estás al lado de mi casa y te sonrío desde la ventana, que quedamos para vernos en mi portal o en el tuyo a cualquier hora, que nos escapamos de noche para fugarnos y estar juntos. Y aunque eso nunca vaya a ser posible, mis sueños no tienen límites. Pero estando despierta, prometo que te olvidaré, desechándote de mí como si fueras el peor veneno que existe en el mundo, y aunque todavía no encuentre mi antídoto, me queda la esperanza de que algún día lo haré, por eso ahora te digo adiós, y que si no nos vemos, en mi muerte, y cuando tú algún día mueras (toco madera) nos veremos allí, donde el tiempo y el espacio no existen, dónde sólo estamos tú y yo, no para siempre, pero sí eternamente.
Me da igual, si estás a 300 km que a 3000, eso no cambia lo que siento por ti, y de hecho, creo que nunca lo hará. Claro que, no sé a ciencia cierta qué puede pasar, no quiero que esto acabe, pero te entiendo, y sé que también lo haces por mi bien, que lo único que buscas es mi felicidad y que podamos estar bien, tanto juntos como separados, pero bien.
Yo no sé ser feliz si no es a tu lado, y te juro que lo intento todos los días, intento sonreír y evadirme de todo, sentir amor por la vida, por la gente que la rodea y por mis amigos, pero siento como si tú fueras mi trébol de la suerte. Al abandonarme todo ha muerto, como si el mundo estuviera plagado de flores, marchitas por la carencia de su dosis de agua. Ahora que no estás, todo me sale mal.
Ahora que te has ido de mi lado, me siento como una rosa, pero sin su principal fuente de energía, marchita, pero en este caso carente de amor, del tuyo.
Aún me quedarán los sueños, soñar despierta o dormida que vienes y me besas, que estás al lado de mi casa y te sonrío desde la ventana, que quedamos para vernos en mi portal o en el tuyo a cualquier hora, que nos escapamos de noche para fugarnos y estar juntos. Y aunque eso nunca vaya a ser posible, mis sueños no tienen límites. Pero estando despierta, prometo que te olvidaré, desechándote de mí como si fueras el peor veneno que existe en el mundo, y aunque todavía no encuentre mi antídoto, me queda la esperanza de que algún día lo haré, por eso ahora te digo adiós, y que si no nos vemos, en mi muerte, y cuando tú algún día mueras (toco madera) nos veremos allí, donde el tiempo y el espacio no existen, dónde sólo estamos tú y yo, no para siempre, pero sí eternamente.
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