Odio los finales.
Personalmente odio los finales, todos ellos. No solo porque considero que algo puede acabar, y no lo veo venir, sino porque algo que me gusta acaba. Y tengo que pasar por una especie de duelo por ello y pasar por la tristeza que supone. De estos finales, hay muchos tipos:
- Como en una relación, cuando la acabas tú, o la tienes que acabar también es insoportable. Ya que tienes que pensar como tienes que hacer que parezca lo menos doloroso posible para la otra persona, pero en ese proceso sufres por lo que pueda sufrir una persona a la que tanto tiempo llevas queriéndo. Igual que si te dejan, es un golpe que tienes que aprender a soportar solo, pasar por un duelo, y sobre todo, lo más doloroso de ser dejado es que no lo ves venir. Y aunque lo veas, no te haces a la idea hasta que te estalla en la cara.
- También como en una serie o programa de televisión, cuando estás entretenido viéndolos y no te paras a pensar en que tal vez un día tenga que acabar, cosa muy probable. Entonces resulta, que un día cualquiera te pones a ver esa serie, y ves a todos los actores, o componentes del programa despidiéndose de forma melancólica y entristecida. Y piensas, ¿por qué, por qué tiene que acabarse? Y la respuesta es; porque todo lo que empieza algún día acaba. Por eso, tienes que pasar por ese proceso de desilusión, angustia y sorpresa. Como puede ser el caso de mi serie favorita, Casi Ángeles. O mi programa favorito que se despidió ayer, Otra movida.
- Otro de los casos es cuando estás oyendo una canción y ves que va a acabar. Como no quieres que acabe, pasas de canción cuando está por la mitad, porque no quieres oír esas últimas notas más lentas que las demás. Y olvidarte de la caña que daba estando por el medio de la reproducción de la canción. Igual que mucha gente evita las canciones lentas, para no toparse con pequeños recuerdos dolorosos, con los que se sienten identificados en esa canción. Relaciones pasadas que ya acabaron, la muerte de alguien, y otros tipos de sentimientos dolorosos. Por eso, es por lo que la gente casi siempre evita las canciones lentas, y se pasa media vida escuchando canciones marchosas sin ningún tipo de significado, pero que hacen que su estado de ánimo sea alegre, y feliz. Ésta es una forma de cerrar los ojos ante la realidad dolorosa que nos acecha.
- O como cuando nos acabamos una saga o un libro cualquiera. Porque sabemos que no habrá más y esa historia que nos dio tanto y nos hizo sentir tantas cosas distintas acaba. Y por algún motivo no queremos que acabe, porque eso significa tristeza. Y te das cuenta de que cuando quieras recordar de qué iba ese libro, no será lo mismo que cuando lo estabas leyendo. Por eso, en ese momento, darías todo lo que fuera porque no acabara, o publicasen otro libro más.
- Y con una revista. Como es el caso de mi querida SuperPop. Piensas, ¿y qué revista me compraré ahora? Después de un tiempo, eliges otras revistas, te vas amoldando al cambio. Pero sabes que ninguna podrá suplirla porque no la hacen de la misma forma y no escriben lo mismo.
- E incluso cuando te cambias de colegio. Puede que odies tu colegio, que no lo quieras ver más, ya sea por los profesores, por los tipos de exámenes, por los compañeros, o por las calificaciones. Aunque quieras cambiarte, una parte de ti lo echará de menos, porque al fin y al cabo era tu colegio, en el que has pasado miles de cosas, tanto buenas como malas. Y tus compañeros, quieras o no son tus compañeros, y conocías todo. Por lo que cambiar de colegio supondría tristeza y cambio, mucho cambio.
Por eso, todos estos finales, suponen tras de sí, un cambio. Un cambio de vida, de compañeros, de amigos, de revistas, de series, de canciones, de novios. Pero al fin y al cabo cambios, que suponen pérdidas, porque como bien he dicho son finales. Porque todo lo que empieza alguna vez ha de acabar. Y por eso os aconsejo, y sobre todo a mí. Que ante los finales, hay que tener la cabeza bien alta, sonreír con serenidad, y dar un paso hacia delante en la vida. Porque al fin y al cabo, llorar y patalear no sirve de nada, hay que evolucionar como personas y enfrentarse a los cambios con serenidad y compostura.
Pero en cualquier caso; odiaba, odio, y odiaré los finales. Porque una parte de nosotros siempre estará aferrada a todo aquello que perdimos y nunca volverá a ser nuestro. Y esto es todo por lo que odio los finales.
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