Oda a las nubes
Dicen de mí que odio muchas cosas, que soy una persona con mucho rencor dentro de mí. Y debo decir que tienen razón, es verdad que lo tengo, como también algunas excentricidades que pueden llegar a ser insoportables. Pero también he de decir, que las cosas que amo, o me gustan, las amo con todo mi corazón porque me encantan. Tal vez no tenga punto medio a la hora de gustarme algo o no, o quizá tenga poca neutralidad a la hora de gustarme algo.
Siempre he dicho que el tiempo tiene mucho que ver con mi humor, ya que si el día es gris, mi día también se nubla. Y si el día es soleado, mi día resplandece. Por eso siempre digo que no me gusta la lluvia ni los días grises. Y es extraño en mí, porque la gente a la que le gusta la lluvia es gente soñadora y melancólica, y es justo el tipo de persona que yo soy. Pero también, las caídas que me han golpeado a lo largo de mi vida me han llevado a decidir que la tristeza no es una opción en mi día a día. Que si tengo que decidir entre estar triste o ser feliz, no debo ni pensármelo. Y por eso no me gustan los días lluviosos.
Sin embargo, algo más soñador, bonito y melancólico que la lluvia, son las nubes. Todo el mundo lo sabe, pero nadie se da cuenta hasta que se lo plantean. Todas esas frases que se refieren a las nubes, como cuando estás en clase y te dicen “baja de la nube en la que estés y regresa a la clase”. O todas esas veces que soñamos de pequeños alcanzar una nube y tumbarnos sobre ella sin caernos hacia abajo. Todos esos caminos en el autobús que pasamos mirando las nubes, esas nubes que nos ayudan a pensar y distraernos cuando lo necesitamos. O simplemente, cuando nos tumbamos en un césped verde a imaginar la forma que tienen las nubes, viendo ovejas, animalitos, caras, serpientes, dragones. Y todo lo que nuestra imaginación pueda llegar a inventar.
A mí me encantan las nubes, pero esas nubes blancas y esponjosas que hacen que el cielo sea tan bello como es. Esas nubes tan blancas que no podría brotar de ellas ni una gota de lluvia, ni provocarte ni una lágrima del tipo de lluvia que llueve en tus ojos. Esas nubes preciosas, que te hacen despertar, soñar, sumergirte en un mundo de fantasía y perderte entre su esponjosidad y belleza.
Por eso me parece, que al igual que la lluvia tiene infinitas canciones, o sale en tantas de ellas, e incluso hay mucha gente que escribe sobre la lluvia. Yo hago una oda a las nubes, porque no hay nada más bello en este mundo que soñar ;D
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